La estupidez nuestra
de cada día. Amén.
Un artículo de Herbert Mujica Rojas
en
Voltairenet (Perú)
y en Indymedia (Argentina)
3 de septiembre de 2009
Dijo Albert Einstein: Dos cosas son infinitas, el universo y la estupidez humana. No estoy seguro acerca del universo.
En la contraportada de su libro The Power of Stupidity (en español El poder de la estupidez) Giancarlo Livraghi anota los siguientes conceptos:
La estupidez es la fuerza destructiva más grande en la historia de la humanidad.
No puede ser totalmente derrotada. Pero podemos hacer mucho para reducir su daño y controlar su poder.
Cuánto más la entendamos, más podremos eludir y prevenir sus atroces efectos.
Pocos días atrás en La estupidez es democrática abundamos en sugestivas cuanto que sugerentes consideraciones del autor italiano de quien tomamos prestado algunas partes del capítulo 9, Tres Corolarios.
Tengo una señal de esperanza con cierta frecuencia, he detectado cuan estúpido soy (o he sido). Esto indica que no soy completamente estúpido.
Primer corolario:
En cada uno de nosotros hay un factor de estupidez, que es mucho más grande de lo que suponemos.
Segundo corolario:
Cuando la estupidez de una persona se combina con la estupidez de otros, el impacto crece geométricamente i.e., por multiplicación, no por suma más allá de los factores individuales de la estupidez.
Tercer corolario:
La combinación de inteligencia entre personas diferentes es mucho más dificil que la combinación de la estupidez.
Anota Livraghi, al final de este capítulo:
Las comunidades con un notable factor de inteligencia están capacitadas para una supervivencia de largo plazo, pero para que esto ocurra es imprescindible evitar los potencialmente devastadores impactos que tiene la estupidez compartida, que, desafortunadamente causa más daño a las personas no estúpidas antes de auto-destruirse.
Otro elemento destructivo de la ecuación es que (como veremos en el capítulo 10) la maquinaria del poder tiende a poner en lo más alto de la pirámide a gente que se cuida de sí misma (y del interés de grupos minoritarios) y desdeña el buen vivir del resto; y aquéllos, a su turno, tienden a proteger la estupidez y ponen toda clase de escollos al funcionamiento de la inteligencia como debiera ser. Mientras que la influencia de la estupidez es peligrosa e insidiosa en todas sus formas, mucho más daño causa la estupidez del poder.
Dice Livraghi en su obra citada, capítulo 1:
Cuando la estupidez se combina con otros factores (como ocurre muy a menudo), los resultados pueden ser devastadores. En muchas circunstancias la estupidez humana es el origen de una serie de eventos que se complican constantemente, con efectos acaso divertidos hasta que descubrimos su trágica índole. En otros casos la estupidez no es el origen del problema, pero toda clase de comportamientos estúpidos empeoran y envilecen las soluciones preventivas eficaces.
Escribe con pluma certera Livraghi, en el mismo capítulo inicial:
Cuando tratamos de entender la estupidez, tratamos con un tema que es apenas estudiado, raramente entendido y ampliamente evitado porque es perturbador y poco confortable (como comprobaremos en el capítulo 28). Es como si supiéramos que somos todos estúpidos, pero no es aquello fácil de admitir.
Afirma de este libro, con no poca razón, Andrea Monti:
Estoy seguro de que usted, mi querido lector, sentirá una atracción magnética por la belleza de esta inusual contribución a la naturaleza humana.
Herbert Mujica Rojas
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