![]()
Jorge Luis Borges
Julio Cortázar
Ernesto Sábato |
Cultura El castellano es una de las lenguas más difundidas del planeta. Entre el siglo XVI y el siglo XIX, cuando una España en decadencia conseguía apenas imponer su lengua nacional sobre las más evolucionadas lenguas regionales (catalán, vasco, gallego) y dialectos de su parte de la península ibérica, el castellano emergía, en el otro extremo del mundo, como la lengua franca que permitía comunicar entre sí a inmigrados de decenas de nacionalidades diversas. A diferencia de otras lenguas coloniales, como el francés o el ruso, el castellano no se desarrolló en el esquema de una metrópoli productora de lengua y cultura, y colonias o ex-colonias que con ella interactúan, y le reconocen un papel de intermediaria respecto de la cultura universal. Los estados que, para bien o para mal, eligieron el castellano como lengua oficial exclusiva, desarrollaron paralelamente el patrimonio que habían heredado de la derrumbada Castilla imperial, sin que ninguno de ellos pudiera atribuírse un rol de centro hegemónico o de intermediario. Es así como se desarrollaron variantes nacionales de la lengua, no tan marcadas como para volverse mutuamente incomunicables, pero sí lo suficiente como para presentar dinámicas decididamente autónomas. No siempre España representó el polo "purista" del castellano, en muchos aspectos los países americanos, y en particular el cono sur, conservan más elementos del castellano clásico del siglo de oro. Frecuentemente los mayores países de habla castellana, mirando hacia las mismas metrópolis económicas y culturales (Inglaterra, Francia, Estados Unidos) han incorporado de modo distinto las mismas palabras importadas (computadora y ordenador; auto, carro y coche), hasta el punto de que los vocabularios técnicos por ejemplo requerirían una traducción inter-lengua Con el desarrollo de la editoría, el cine y la televisión multinacionales, en las que a los tres centros tradicionales, México, España y Argentina, tienden a agregarse numerosos otros centros (Colombia, Chile, Cuba), se registran tendencias convergentes, sin que dejen de actuar las dinámicas nacionales divergentes. El resultado es un equilibrio inestable de gran creatividad, que hace del castellano una de las lenguas más vivas y plásticas del planeta. |
![]()
Victoria Ocampo
Osvaldo Soriano |
Durante medio siglo Buenos Aires fue la
mayor ciudad de lengua castellana del mundo, el centro
internacional de la industria editorial (después corrido
hacia México DF, Barcelona y Madrid, y actualmente
asumido por multinacionales presentes en todas las
grandes ciudades del área lingüística), de la
radiofonía, de la industria del disco, mientras México
desarrollaba la hegemonía en el cine y después en la
televisión. En este contexto se desarrolló una literatura argentina ágil y nerviosa, que tuvo en el cuento breve y el poema sus principales instrumentos. Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Roberto Arlt son puntas emergentes en un universo de narradores y poetas como Roberto Payró, Eduardo Wilde, José Hernández y Benito Lynch; Enrique Banchs, Alfonsina Storni, Horacio Quiroga, Ricardo Güiraldes, Manuel Gálvez, Evaristo Carriego; Macedonio Fernández, Silvina Ocampo, Enrique Santos Discepolo, Leónidas Barletta, Elías Castelnuovo, Max Dickman, Adolfo Bioy Casares, Ernesto Sabato y Leopoldo Marechal; y contemporáneos: Rodolfo Walsh y Manuel Puig, Haroldo Conti y Juan José Saer, Ricardo Piglia, Tomás Eloy Martínez, Daniel Moyano y Osvaldo Soriano, Juan Carlos Martelli, Syria Poletti, Juan Carlos Martini, José Feinmann... No es prudente intentar trazar un cuadro único de tal variedad de autores, estilos, corrientes y escuelas (la lista que precede es solo parcial, y como todas las listas, antojadiza). En versiones sucesivas de esta "Ficha" trataremos de insertar pequeñas monografías sobre autores y escuelas. |
![]() |
![]() |
![]()
LA INDUSTRIA
|
Desde la reestructuración sustitutiva de importaciones de los años 30 hasta el desmantelamiento neoliberal de los años noventa la industria ha sido la principal actividad productiva argentina; lo es todavía si se considera solo la producción de bienes reales. Era una industria a elevada integración vertical: de la siderurgia a la metalmecánica, al automóvil, a las máquinas-herramienta y a los electrodomésticos; de la petroquímica de base a las fibras, los plásticos, los herbicidas y fertilizantes, los textiles y el vestido; del aluminio y las aleaciones especiales a los aviones y cohetes, y así en todos los sectores. Una tan elevada complejidad estructural estaba dimensionada sobre un mercado interno relativamente pequeño de 20 a 30 millones de habitantes, porque la industria, con pocas excepciones, no estaba en condiciones de exportar. Esta situación no podía no producir fuertes deseconomías de escala, costos insoportablemente altos que se propagaban a cascada por las líneas verticales. Salvo la industria de la alimentación, generalmente de elevada eficiencia, la industria argentina tenía costos estructurales que volvían impensable la competencia, más todavía en el dinámico mercado mundial que fue afirmándose después de la segunda guerra mundial. Los alimentos y las materias primas de origen rural representaban cuatro quintos de las exportaciones; pero el mercado internacional de los productos agrícolas de clima templado era uno de los más castigados en el mundo de la posguerra: era el terreno de las experiencias super-proteccionistas del MCE y de las prácticas de dumping de los Estados Unidos. Esto reducía notablemente la posibilidad de importar, no solo productos de consumo (cuya incidencia era, por la política sustitutiva, insignificante), sino también semielaborados, componentes y tecnología para la industria. Todo lo que no se podía importar debía ser producido en el país, al costo -y a la calidad- que fuera. El "insumo crítico" determinaba toda la constelación de precios: si para hacer una máquina hacía falta un engranaje, y para hacer el engranaje una cierta aleación de la cual se requerían pocos kilogramos en todo el país, se producía esa aleación, aunque el costo, por razones de escala, resultara astronómico, y la calidad, por motivos de actualización tecnológica, fuera deleznable. Los militares fueron maestros en esta política de la inversión improductiva: a las razones de penuria de importaciones sumaban la ideología de la "seguridad nacional". Obviamente estos "insumos críticos" contribuían a elevar aún más los costos relativos de la industria argentina; más difícil era exportar, y más reducido el margen para importaciones, lo que volvía más difícil todavía exportar. Argentina había entrado en su atolladero como consecuencia del cierre europeo a las exportaciones argentinas de alimentos en los años 20 y 30, confirmado y ampliado en los años 50 y 60 por los actos constitutivos del Mercado Común Europeo. En esa situación la sustitución de importaciones era simplemente una medida defensiva obligada. El problema es que fue teorizada por el economista Pinedo (maestro de Raúl Prebisch, a su vez teórico de la Cepal y de la industrialización por sustitución de importaciones para el "tercer mundo"), y -fusionada con la ideología militar y el nacionalismo conservador-, elevada a pensamiento nacional indiscutible. Un gobernante pragmático -como Perón sostenía ser- hubiera debido reconocer la mutada realidad, y adaptar el pais a la situación de la segunda posguerra. Pero la autarquía industrialista se había convertido en una ideología dogmática ligada al orgullo nacional y a la soberanía, además de una fuente de ingresos y de poder para demasiadas personas. Más pasaba el tiempo, y más difícil era reestructurar el sistema-pais sin un costo insoportable; más pasaba el tiempo, y más la economía argentina divergía en relación al mundo. Entre los años 60 y 80 el sistema ideológico generado por la autarquía se había consolidado en el potente complejo industrial-militar, que tomaba una a una todas las palancas del poder, hasta establecer su proprio régimen, la dictadura militar. Mientras tanto la tecnificación agraria iniciada por Frondizi, y continuada casi sin interrupción en los convulsos años sucesivos, daba los primeros resultados; y en el mundo, a pesar de que continuaba el bloqueo comercial europeo y el dumping alimentario US (al que se habían sumado Francia y Alemania), las compras de los países del bloque soviético, y en medida menor de los países árabes y del sudeste asiático permitieron una recuperación de las exportaciones agrícolas. El saldo comercial, sin embargo, terminaba devorado por los intereses de la deuda externa y la fuga de capitales.
|
![]()
LA CRISIS
|
La crisis La dictadura militar legó al gobierno democrático de Alfonsín una situación económica que no tiene paralelo ni aún en la tormentosa historia económica del pais. El gobierno radical -a pesar del correcto diagnóstico de algunos de sus expertos- subvaloró dramáticamente la gravedad de la crisis, y creyó que, como en el pasado, era posible salir precariamente del apuro manipulando los cambios. Cuando implementó un plan de estabilización monetaria pretendió hacerlo sin renunciar a nada, sin tocar los intereses del complejo industrial-militar, ni las empresas públicas en ruinas, ni el sistema jubilatorio, ni la pequeña industria de altos costos, ni las conquistas de los asalariados. Incapaz de tomar partido, de dañar algunos (ży a quiénes?) para salvar a todos, cayó en catatonia mientras las llamas de la crisis devoraban el pais. El elemento central de la crisis era la hiperinflación. Una devaluación de la moneda a tasas del 6 mil por ciento anual cortocircuita virtualmente la entera economía. Evapora el cálculo racional, la planificación de las inversiones, la noción misma de futuro. La precariedad impregna las relaciones sociales, hunde empresas e instituciones, difunde una psicología lábil y neurótica. Alrededor de este núcleo de crisis giraban la monstruosa deuda externa en dólares, las fugas de capitales, la "dolarización" de los ahorros y de los intercambios, la evaporación (o privatización) de las reservas monetarias, la incapacidad de las autoridades monetarias para operar sobre las tasas de interés. Esta carrera enloquecida podía ser detenida (y lo fue en efecto durante el gobierno de Alfonsín, aunque por poco tiempo); el problema de los problemas era sin embargo la reestructuración de la ruinosa economía real argentina, causa de la hiperinflación y de toda su constelación de desgracias. En primer lugar el Estado y su sistema de empresas; no hay duda de que el Estado argentino era hipertrófico, ineficiente, ligado a decenas de miles de subvenciones, dádivas y gastos clientelares, presente en forma ramificada en toda la economía, con un peso del sector público comparable solo al de Polonia o Hungría en los tiempos del socialismo real. La necesaria reestructuración no podía sin embargo ignorar el problema de la eficiencia de la entera economía, incluyendo la industria y los servicios privados, no menos responsables de la situación de crisis. Si hubiera habido tiempo -y no lo había- la solución podría haber sido derivar las inversiones (que eran casi totalmente públicas) hacia dos o tres complejos verticales diseñados a partir de las condiciones existentes en el mercado internacional, y no en una imposible economía autárquica. Sucesivamente se podía, en forma gradual, desmantelar los sectores ineficientes, canalizando recursos y ocupación hacia los eficientes, mientras se procedía a una reforma profunda y un redimensionamiento del aparato de Estado, liquidando en profundidad el complejo industrial-militar y redefiniendo en forma contractual las premisas del sistema social. Pero el gobierno de Alfonsín no tenía ni la voluntad, ni la fuerza ni el tiempo de hacer tal cosa.
|
![]()
LA CURA NEOLIBERAL
|
La cura neoliberal Al ritmo veloz de la hiperinflación se saldó una alianza entre el bloque industrial-militar, la clase empresaria que había lucrado con la dictadura y lucraba todavía apostando contra el peso, y la estructura política del peronismo, incluyendo los sindicatos. Unida alrededor de la candidatura de Menem, esta oposición encontró un vasto apoyo de masas, entre los millones de personas arruinadas por la crisis y la hiperinflación. Después de algunos meses de vacilaciones, y un nuevo ataque de fiebre hiperinflacionaria, el gobierno Menem adoptó la política económica propuesta por Cavallo: un tratamiento neoliberal salvaje, sin el menor contrapeso social. Lo más notable es que dicha política no desintegró el bloque social en el que se apoyaba su gobierno. Es cierto que la burocracia industrial-militar, desprestigiada por la guerra perdida de las Malvinas y por sus crímenes de masa, no estaba en condiciones de resistir, y que el "poder sindical" era ya una sombra sin consistencia. Pero los mismos asalariados y clase media directamente golpeados por el plan de estabilización aumentaron su apoyo al gobierno. Es que los argentinos habían dolarizado sus deudas: una nueva devaluación del peso los habría arruinado. Por otra parte, la apertura al mercado mundial produjo una rápida recomposición de clases sociales: una parte considerable de la clase media (y una más pequeña de la clase obrera) consiguió reciclarse con una asombrosa flexibilidad a las nuevas reglas del juego. El menemismo no perdió su consenso ni aún cuando se volvieron visibles los aspectos más negativos de su política: la miseria en las zonas marginales, la desocupación de grandes masas de trabajadores, el empobrecimiento de enteros sectores de la clase media, la eliminación de los mecanismos de protección social de ancianos, enfermos y otros sectores débiles, el desmantelamiento del sistema educativo de masas. Es que la ideología del nuevo gobierno no expresaba una simple conspiración de poderes fuertes; el individualismo trepador, el desencanto, el cinismo egoísta y antisolidario, dominaban la cultura mundial, y penetraban en abundancia en la Argentina de la democracia, encontrando un terreno fértil en la "educación" de las masas del período de las dictaduras militares. El símbolo y pilar central del plan Menem-Cavallo era la paridad uno a uno del peso argentino con el dólar USA, sostenida por una rígida convertibilidad. Para consolidar esta situación fue reducido el déficit público mediante un corte drástico del gasto, la privatización casi total de la enorme constelación de empresas y de emprendimientos económicos del Estado, la reforma del sistema jubilatorio y sanitario sin ninguna gradualidad ni compensación. La reducción del gasto afectó duramente a las Fuerzas Armadas, pero destruyó virtualmente el sistema educativo y la investigación. Fueron expulsados millares de empleados públicos, pero a la vez fue restaurada una fuerte disparidad salarial a favor de los sectores altos de la burocracia. El hacha cayó en general sobre los más débiles; pero esto no es algo novedoso en el mundo de hoy.
|
![]()
UN NUEVO CICLO HISTORICO
|
Un nuevo ciclo histórico A partir de esta violenta reestructuración emergió un pais profundamente mutado. La "revolución agrícola" de las décadas precedentes, ulteriormente alimentada por el gobierno Menem-Cavallo, llegó a su fase madura. El agro argentino estaba en condiciones de competir en el mundo sin las permanentes devaluaciones del período precedente, más aún, en condiciones de crónica sobrevaluación de la moneda. El desarrollo de Brasil -y en general de América Latina- por un lado, y los milagros económicos del sudeste asiático por el otro, habían modificado las condiciones del mercado internacional de alimentos, generando una nueva demanda. Argentina se regionalizó, con el Mercosur (el nuevo mercado regional constituído con Brasil, Uruguay y Paraguay, al que sucesivamente adhirió Chile) como principal mercado. Cambiaron sus puntos de referencia internacionales, reduciendo la centralidad europea y aumentando las relaciones con el Nafta (Estados Unidos, México y Canadá) y con Japón y su área asiática. En las ciudades grandes y medias los servicios ocuparon el puesto dinamizador de la industria. Centros comerciales y grandes cadenas de supermercados sustituyeron la miríada de pequeños comercios, y nacieron numerosos nuevos servicios a baja intensidad de capital. Por primera vez en la historia argentina el turismo se transformó en un recurso significativo, gracias sobre todo al aumento del nivel de vida en la región. Mejoraron algunas infraestructuras privatizadas, como los teléfonos o las autopistas, aunque desarrollando, con sus políticas regresivas de tarifas, un rol de freno (por ejemplo, en relación a Internet). Logros de una política de largo término, como la diversificación de las fuentes de energía (mérito de la burocracia del período histórico anterior), llegaron a maduración dando al país un balance energético equilibrado, con fuerte participación de la hidroelectricidad y poco uso de hidrocarburos, producidos de cualquier manera localmente. La relativa "normalización" de los servicios infraestructurales, la ampliación del mercado garantizada por el Mercosur y la disponibilidad de mano de obra educada y desocupada atrajeron algunos sectores industriales multinacionales en proceso de descentralización, como el automóvil. Los años 90 fueron de fuerte crecimiento económico, a pesar de las dos crisis financieras (el efecto "tequila" y el efecto "samba") que causaron bruscas detenciones. El movimiento de capitales fue casi continuamente positivo, sin saltos deslumbrantes como los del sudeste asiático, pero también sin su volatilidad. Argentina recuperó posiciones relativas en la economía mundial, volviendo a colocarse en la franja "media" de paises de la que había caído. La erosión del consenso al gobierno Menem se desarrolló en un terreno crítico del nuevo modelo: la corrupción y el delito. La corrupción es una forma de privatizar la cosa pública, y al mismo tiempo de generar una nueva clase dirigente ligada al Estado: es más o menos lo que sucedió en Argentina a fines del siglo XIX. Pero es a la vez una ruptura de las reglas del juego, sea del mercado que del intercambio político, que roe profundamente la confianza. Nadie quiere jugar cuando el árbitro es sistemáticamente vendido. Cuando la corrupción supera un cierto límite se transforma en un obstáculo a la economía, y una causa de aislamiento en el terreno internacional, no menos grave que la autarquía y la hiperinflación. El "delito" se refiere por una parte a una sensación -difícilmente reducible a datos estadísticos- de la población, una sensación de inseguridad que recorre todo el mundo de hoy, y que se relaciona con el debilitamiento de las solidaridades sociales, con el mismo egoísmo triunfante que es el motor positivo del ciclo económico. El egoísmo agredido piensa solo en defender su riqueza individual a cualquier precio; el egoísmo agresor quiere solo apropiarse de riqueza, real o simbólica, a cualquier precio. No hay duda de que la desocupación masiva, la repentina caída en la miseria de sectores no pequeños de la población, y la sed de gasto y de consumo -la rapacidad individual- como principal y único elemento de promoción del activismo económico de las personas, genera condiciones para el aumento de la criminalidad. Pero es esta última la determinante: la clase media se encuentra amenazada por hordas famélicas solo en sus fantasías culpables, y realmente por predones despiadados que -considerados desde el punto de vista moral- son el espejo deformante de sí misma. Pero hay otros elementos específicamente argentinos en esta situación, y son la corrupción y "privatización delincuencial" de los órganos de policía, y la presencia de una numerosa "mano de obra desocupada" de torturadores y represores educados por las dictaduras. Estos elementos saldan la temática de la corrupción y la del delito. Frente a la población tiende a aparecer un Poder formado por bandas de corruptos, delincuentes y violentos, que se disputan el botín en oscuras guerras privadas, compran jueces, contratan policías, vulneran todas las reglas de la convivencia y todas las barreras morales. Sea o no esto cierto, lo sea total o parcialmente, el resultado opera realmente en la confianza de los operadores económicos (argentinos y extranjeros) y en la confianza política que determina el consenso y que vuelve aceptables los duros sacrificios que la reestructuración ha significado y significa para buena parte de la población. En el terreno de la economía real los puntos débiles del nuevo ciclo económico se sitúan principalmente en dos sectores: la educación y el acceso al mercado mundial. No parece casual que, en los dos casos, se trata de aspectos descuidados de la "mundialización" que se resuelven solo con una decidida extensión de la misma, sea en términos de regionalización que de internacionalización.
|
![]() |
![]() |
![]()
escudo argentino |
Sistema Político Argentina es una república federal presidencial. Hay 23 "Provincias" (el concepto equivale a los "States" norteamericanos más que a las "provincias" italianas) con Gobernadores, Parlamentos electivos, estructuras judiciales y cuerpos de policía propios. La Capital Federal -o sea la parte central de la ciudad de Buenos Aires, separada administrativamente de la provincia del mismo nombre) tiene un proprio estatuto, con una menor autonomía. El Poder Ejecutivo nacional (Presidente y vice-presidente) es elegido directamente por la población con el sistema mayoritario a dos turnos (cada 4 años desde 1994, con derecho a una reelección), y elige los ministros. Uno de ellos puede ser Ministro coordinador (premier), aunque la novedad no ha sido aplicada, y puede dudarse de su eficacia dados los poderes del Presidente. El sistema político argentino determina una histórica polarización del sistema de partidos, primero entre liberal-conservadores y radicales, y luego entre radicales y peronistas. Esta "simplificación" de nivel nacional apoya en realidad en un complejo mosaico de partidos provinciales, en general conservadores, y grupos locales afiliados a uno o a otro de los dos grandes partidos nacionales, pero en realidad operantes como partidos independientes. Hay además una tradición de "terceros partidos": socialistas antes de los años 40, el Frepaso (Frente por un País Solidario) en la última década, que no han conseguido derrotar el bipolarismo, y un enjambre de "partiditos ideológicos" (democristianos, ultraliberales, nacionalistas, etc.) que se proponen condicionar los "polos" del sistema, sin aspirar siquiera a un protagonismo proprio. En los últimos años se verifica una recomposición del bipolarismo, que se definirá en las elecciones de 1999. El menemismo, debilitado por la pérdida de consenso electoral y por la imposibilidad institucional de representar Menem como candidato, trata de condicionar la corriente más fuerte del Justicialismo, dirigida por el gobernador Duhalde, que a su vez intenta diferenciar la propia imagen pública de la de Menem, sin llegar a una ruptura. El oficialismo procura además intervenir, en formas al borde la legalidad, en la composición del Poder judicial y de las bancas del Senado, para evitar en caso de derrota una versión argentina de "Mani Pulite". En el campo opuesto el Frepaso ha elegido la unión con el partido radical, formando una potente Alianza opositora. Dentro de la "Alianza" los líderes del Frepaso, Fernández Meijide y Alvarez, que han ganado una extensa popularidad por su lucha contra la corrupción, contra la impunidad de los crímines militares y por una mayor sensibilidad social, se enfrentan en una sorda guerra contra el aparato de partido radical. En la experiencia piloto de la provincia de Córdoba la no realización local de la Alianza, por la oposición del aparato de partido radical, determinó una amarga derrota. En las "primarias" de la Alianza venció el candidato radical De la Rúa, que completa la fórmula con Alvaraz como vicepresidente. Fernández Meijide, madre de un desaparecido y senadora de grandes cualidades, es candidata a la gobernación de la Provincia de Buenos Aires. La oposición y el oficialismo coinciden en algunos puntos estratégicos de la política nacional, como la conveniencia de la estabilidad monetaria, la irreversibilidad de las privatizaciones, y las principales líneas de política internacional (Mercosur, solución amistosa de los conflictos con Chile y Gran Bretaña, apertura internacional). Se diferencian en cambio por cuanto se refiere a la corrupción, la seguridad pública, la política social, la educación. De hecho, en materia programática se presentan ante el elector cuatro polos, y no dos: Menem y Duhalde en el oficialismo, el partido radical y el Frepaso en la oposición. Esta variedad es sin embargo más aparente que real: en las urnas las opciones serán dos y no cuatro. |
![]() |
![]() |
![]()
...qué rollo! |
Créditos y Derechos La primera versión de esta Ficha sobre Argentina ha sido publicada, en italiano, en la ciudad de Bolonia en 1992 por la Asociación de Residentes Argentinos en Emilia Romagna, por autorización de su autor, Miguel Angel García. Ha sido utilizada como instrumento de información, con reediciones fotocopiadas casi anuales, casi siempre actualizadas. En 1997 fue repropuesta en versión hipertextual, dentro del sito de la Asociación. La presente versión en castellano es una actualización fechada en diciembre de 1998. Todos los derechos están reservados por la Asociación de Residentes Argentinos en Emilia Romagna. Se autoriza la reproducción sin fin de lucro, a las siguientes condiciones freeware: (a) mención del título original, el autor, la fecha y lugar de la primera edición, la fecha de la actualización reproducida y la titularidad de los derechos; (b) comunicación de la eventual reproducción al e-mail garcia@mclink.it; (c) reproducción integral, sin modificaciones, de la versión web o del texto, o reproducción parcial fiel entrecomillada. Hay una versión original italiana, y una traducción inglesa, realizada por Maximiliano Dasso. Las condiciones freeware de reproducción de la versión italiana son iguales a las de la versión castellana. |
![]() |
![]() |