Libro de Giancarlo Livraghi
Rayteismo fundamentalista en Facebook 29 enero 2011
La estupidez, su definición,
sus efectos y el poder
Como nos comenta el filósofo italiano Giancarlo Livraghi en su libro El poder de la estupidez [capítulo 1 El problema de la estupidez] frente a muchos devastadores desastres político-económicos acontecidos en nuestros países, generalmente tendemos a culpar a la perversidad intencional, a la conspiración, a la malicia astuta, la megalomanía, etc. de las malas decisiones.
Están allí, por supuesto; pero cualquier estudio cuidadoso de la historia, o de los eventos actuales, nos lleva a la invariable conclusión que la fuente más grande de los terribles errores es la pura estupidez humana. Cuando se combina con otros factores (como sucede a menudo) los resultados pueden ser devastadores.
Resulta sorprendente el escaso material dedicado al estudio de un tema tan importante: la impericia por acción de la estupidez humana. Nunca he sabido de un grupo de investigación que estudie la Estupidología.
Uno de los problemas de la estupidez es que nadie tiene una definición realmente buena de lo que es. De hecho los genios son a menudo considerados estúpidos por una mayoría estúpida (aunque nadie tiene tampoco una buena definición de genio).
Pero la estupidez definitivamente está allí, y hay mucho más de lo que nuestras pesadillas mas desbordadas pudieran sugerir. De hecho la estupidez domina al mundo, lo cual es más que claramente comprobado, por la forma en que se gobierna hoy al mundo.
[Como explicado en el capítulo 7 de El poder de la estupidez] fue Carlo Maria Cipolla (1922 2000), Profesor Emérito de Historia Económica en Berkeley, quien llegó a dar con una definición bastante interesante sobre el tema y postuló, en su libro Allegro ma non troppo, las 5 leyes fundamentales de la estupidez humana, que resumo a continuación:
Primera Ley Fundamental: Siempre e inevitablemente todos subestiman el número de individuos estúpidos en circulación.
Segunda Ley Fundamental: La probabilidad de que cierta persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa persona.
Tercera Ley Fundamental (o de Oro): Una persona estúpida es aquella que causa pérdidas a otra persona o grupo de personas sin obtener ninguna ganancia para sí mismo e incluso incurriendo en pérdidas.
El análisis de costo y beneficios de Carlo M. Cipolla permite clasificar a los seres humanos en cuatro tipos de personas según sus acciones. Cada uno de los cuales ocupa un cuadrante en un sistema de coordenadas. Si representamos en el eje de abscisas el beneficio, positivo o negativo, que obtiene el individuo y en el eje de ordenadas el beneficio (+) o costo (-) que causa a los demás:
Bondadoso: aquel que se causa un perjuicio a sí mismo, beneficiando a los demás.
Inteligente: aquel que se beneficia a sí mismo, beneficiando a los demás.
Malvado: aquel que obtiene beneficios para sí mismo, perjudicando a los demás.
Estúpido: aquel que causa pérdidas a otros, perjudicándose a la vez a sí mismo.
En primer lugar, los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido. Una persona inteligente puede entender la lógica del malvado, pues sus acciones pueden seguir un modelo de racionalidad en busca de beneficios. Puesto que no es suficientemente inteligente como para imaginar métodos con que obtener beneficios para sí procurando también beneficios a los demás, deberá obtener su beneficio causando pérdidas a su prójimo.
Esto no es justo, pero es racional, y por ser racional, puede preverse. Con una persona estúpida todo esto es absolutamente imposible. No existe modo racional de prever si, cuando, cómo y por qué, un estúpido llevará a cabo su perverso ataque. Frente a un individuo estúpido, todos quedan completamente desarmados.
Cuarta Ley Fundamental: Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento, lugar y circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error.
Quinta Ley Fundamental: La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe. El corolario de esta ley dice que: El estúpido es más peligroso que el malvado.
Si todos los miembros de una sociedad fuesen bandidos perfectos, la sociedad quedaría en una situación estancada pero no se producirían grandes desastres ya que los beneficios de unos son los perjuicios de otros. La maldad, por decirlo de alguna manera, es una forma de redistribución, aunque ésta, por cierto, no crea riqueza. Pero cuando los estúpidos entran en acción las cosas cambian completamente.
La personas estúpidas ocasionan pérdidas a otras personas sin obtener ningún beneficio para ellas mismas y, por consiguiente, la sociedad entera se empobrece. Esto puede graficarse, trazando una recta de 45 grados que pase por los cuadrantes del bondadoso y el malvado. Toda acción que de lugar a un resultado por encima de dicha recta produce un beneficio mayor al perjuicio generado, mientras que en el caso contrario, todo es pérdida y cualquier beneficio es netamente inferior al perjuicio producido.
Giancarlo Livraghi [en el capítulo 9 de El poder de la estupidez] formula algunos corolarios interesantes a partir de estas 5 leyes:
Primer Corolario: En cada uno de nosotros hay un factor de estupidez, el cual siempre es más grande de lo que suponemos.
Segundo Corolario: Cuando la estupidez de una persona se combina con la estupidez de otras, el impacto crece de manera geométrica, es decir, por multiplicación, no adición, de los factores individuales de estupidez.
Tercer Corolario: La combinación de la inteligencia en diferentes personas tiene menos impacto que la combinación de la estupidez.
Esto se debe a que la estupidez no razona, no necesita pensar, organizarse o planear para generar un efecto combinado, mientras que la transferencia y combinación de la inteligencia es un proceso mucho más complejo.
Otro elemento peligroso en la ecuación estriba en que el aparato del poder tiende a colocar malvados inteligentes en la punta de la pirámide (que algunas veces resultan ser malvados estúpidos); y ellos, a su vez, tienden a favorecer y proteger la estupidez y mantener fuera de su camino lo más que puedan la genuina inteligencia.
[Como explicado en el capítulo 10 La estupidez del poder] El poder está en todos lados. Todos estamos sujetos al poder de otros y (si no en casos de extrema esclavitud) todos ejercemos poder sobre alguien. Sería demasiado complicado, para el propósito de este análisis, entrar en el terreno complejo de la multiplicidad de las relaciones humanas. Por este motivo me limito a los casos más obvios de poder: esas situaciones en las cuales cada uno tiene un rol definido de autoridad sobre un gran (o pequeño) número de personas.
En teoría, todos estamos más o menos de acuerdo sobre el hecho de que debería haber la menor cantidad posible de poder; y que quien tiene poder debería estar sujeto al control de las demás personas. Este es el sistema al cual llamamos democracia. O lo que en las organizaciones llamamos repartición de tareas, colaboración, motivación, compromiso, responsabilidad distribuida al contrario de autoridad, burocracia, centralización, disciplina formal y lealtad.
Pero son muchas las personas que no desean una verdadera libertad. La responsabilidad es un peso. Es más cómodo ser un seguidor pasivo de las decisiones de otros ya que es más fácil culparlos en caso de fracaso. Por otro lado, algunas personas aman el poder, les da placer y gozo. ¿Será esa actitud estúpida? Como se dedican con más energía a los notables esfuerzos y sacrificios necesarios para tener más poder y están dispuestos a asumir riesgos, a menudo estas personas llevan las de ganar.
Ahora bien, supongamos que en el poder hay tantos estúpidos como en el resto de la sociedad. Surge una diferencia fundamental. Queda claro que las personas en el poder tienen más poder que las otras personas. Por otro lado, en el método de Cipolla se establece que los resultados de un comportamiento no deben ser medidos desde el punto de vista de quien hace las cosas (o no hace lo que debiera) sino desde el punto de vista de quien sufre sus efectos. Así pues, el daño (o el beneficio generado) será diferente, según el número de personas afectadas y a la intensidad de las consecuencias de una decisión.
Si en una relación entre dos iguales una persona consigue una ventaja equivalente al daño que inflige al otro, esa persona en la definición de Cipolla sería un malvado en el límite de la inteligente, mientras el otro es un perfecto bondadoso ya que el sistema, en términos distributivos, permanece en equilibrio. Claro está, que esto no es así cuando hay una asimetría de poderes ya que, dado que el poder afecta a un gran número de personas, se pierde todo posible equilibrio, incrementándose el factor de estupidez.
¿Cómo hace una persona para tener poder? A veces lo logra sin querer. A alguno se le da confianza porque se confía en esa persona. En ese modo el poder es atribuido a personas capaces, competentes y con un fuerte sentido de la responsabilidad. Este proceso tiene buenas probabilidades de generar poder inteligente. Una situación en la cual las personas elegidas hacen el bien a sí mismos y aún más a los otros. A veces se puede arribar al sacrificio, cuando las personas se hacen daño a sí mismas por el bien de los otros. Pensemos en las huelgas de hambre que iniciaba Gandhi, por ejemplo.
Sin embargo, suele haber menos ejemplos de poder inteligente de los que nos gustaría ser testigos. ¿Por qué será? El motivo radica en la existencia de la competencia. La competencia por el poder. Aquellos que no buscan el poder per se, sino que velan por el bien de los otros, tienen menos tiempo, recursos y energías para gastar en la conquista ciega del poder y por eso tienden a perderlo. Una suerte de selección adversa.
Quienes están sedientos de poder se concentran en la lucha por éste, independientemente de sus efectos sobre la sociedad y peor aún, cuando lo obtienen, son inducidos a pensar que están en el poder por que son mejores, más capaces, más inteligentes, más sabios que el resto de la sociedad. No es que sean más inteligentes, ni más estúpidos, que los otros. Estas personas a menudo son hábiles y astutas. Sin embargo, siguiendo las ideas de Cipolla, debemos recordar que la estupidez y la inteligencia se miden sobre la base de sus efectos.
Así pues, se podría concluir que el poder, como sistema, es mucho más estúpido de cuanto puede serlo una persona común. Lamentablemente, debemos convivir con el poder y, por ello, con su inherente estupidez.
Basado en extractos de
Las leyes leyes fundamentales de la estupidez humana
en el libro Allegro ma non troppo de Carlo Maria Cipolla
y del los capítulos 1, 7, 8, 9, 10 y 11 del libro
El poder de la estupidez de Giancarlo Livraghi
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