A LOS INTERESADOS EN EMIGRAR A ITALIA:
1. No se larguen sin tener en la mano el pasaporte italiano o por lo menos los trámites de ciudadanía italiana iniciados en el consulado en Argentina. También hay muchos problemas si se llega sin la visa laboral emitida por el Consulado italiano.
2. Eso de que "los trámites los puedo hacer allá" es un peligroso engaño. El permiso de estadía turístico no puede ser transformado en permiso de estadía por trabajo (sí en cambio el de estudiante, si consigue tramitarlo inscribiéndose desde Argentina en alguna institución educativa italiana, y si reúne todos los requisitos, entre los cuales la disponibilidad de una suma de dinero consistente). Quien viene como turista no puede trabajar, porque no le dan libreta de trabajo, no puede tomar residencia en una ciudad, y por lo tanto no puede hacer casi ninguna actividad económica normal (abrir una cuenta bancaria, manejar un auto, comprar a crédito, emitir un recibo o factura, etc.). En el 99% de los casos ni siquiera le aceptarán trámites para el reconocimiento de la nacionalidad estando en Italia.
3. No se fíe en que, con el apoyo de un futuro empleador, pueda conseguir en Italia el permiso de trabajo. Muy pocos empleadores tienen tal influencia. Calcule que casi seguramente tendrá que volver al país y esperar. Los empresarios italianos que buscan trabajadores en Argentina, aunque tengan buenas intenciones, deben respetar las leyes italianas, por eso al encontrarse aquí sin haber resuelto el permiso de trabajo no tiene garantías de residencia por trabajo; esto se refiere a las personas que no tienen ciudadanía italiana.
4. El clandestino (y usted, si se queda como falso turista, será clandestino) tiene una vida difícil aquí. No podrá alquilar o comprar una casa, ni por lo tanto sacar la residencia, que en Italia es esencial casi para cualquier cosa. Sin papeles usted aquí no existe.
5. "Siempre se puede trabajar en negro...". Otro peligroso engaño. Se puede trabajar en negro con relativa facilidad en el sur, donde no hay trabajo, y sí en cambio mucha desocupación. En el norte, donde trabajo hay, el empleo en negro funciona solo en circuitos familiares, o entre personas que se tienen mucha confianza. Al máximo podrá encontrar conchabo por unas jornadas, tipo cosechas (mal pago), o caer en situaciones difíciles.
6. Desde Argentina se pueden encontrar vías preferenciales, como el servicio doméstico (cama adentro) y la asistencia de ancianos (cama adentro). En este terreno se mueven "gestores" en los países de origen, los más serios ligados a la Iglesia católica. Ojo que hay falsos gestores, que simplemente estafan a los candidatos, y otros que reclutan en realidad mujeres para la prostitución, o en el mejor de los casos, para "coperas". En ningún caso entregue los propios documentos a un tercero que promete facilitar los trámites.
7. Si usted hizo las cosas bien, y llegó aquí con el pasaporte italiano o la visa laboral que le permite sacar el permiso de estadía, sus problemas como inmigrante recién comienzan. Lo ideal es tener familia ya en Italia (familia en serio, no lejanos parientes desconocidos). Alojarlo (o darle la dirección para que pueda sacar falsamente la residencia) implica responsabilidades legales serias para la familia que reside acá: nadie le hará el favor si no es familiar cercano o amigo muy íntimo. Si no es el caso, tendrá en primer lugar que conseguir casa.
8. De nuevo la diferencia entre el sur y el norte. En el sur encontrará casa relativamente barata (entre los 250 y los 400 pesos de alquiler al mes, con dos meses de depósito, un mes de anticipo y si es el caso, un mes para el intermediario). Pero como dijimos, no encontrará trabajo. En el norte encontrar casa es difícil y muy caro. En Bologna por ejemplo dos ambientes y cocina se pagan de 500 pesos al mes para arriba. Para encontrar niveles menores (300 o 400 pesos) hay que irse afuera de la ciudad, a 30 y hasta 50 quilómetros, a veces en la montaña, lejos de todo, donde hace falta el auto hasta para comprar cigarrillos.
9. El auto, en particular usado, es relativamente barato en el momento de la compra. Las dificultades empiezan con los papeles. Italia no reconoce el carnet de conductor argentino, hay que dar el examen, que es kafkianamente complicado. La solución es fiarse de una agencia (autoscuola) que cuesta por lo menos 500 pesos. No podrá hacer la transferencia de propiedad del vehículo sin tener todos los papeles en regla (inclusa la residencia). Este trámite le trámite le costarà bastante. Por fin tendrá que hacer el seguro obligatorio, que en Italia cuesta carísimo, a veces mucho más que el automóvil. Si compra un auto viejo tendrá que gastar en las "revisiones" periódicas, sin las cuales no puede circular. Descubrirá que lo que cuesta no es comprar un auto, sino mantenerlo.
10. El transporte público es escaso. No se fíe si le dicen que hay autobús, o tren; averigüe cuántas veces pasa por día. Averigüe también cuantas combinaciones va a tener que hacer para ir al trabajo, al hospital, al supermercado y otros servicios esenciales. Algunos inmigrantes necesitan dos y tres horas para llegar al trabajo con medios públicos, no porque la distancia sea grande, sino por las combinaciones y los tiempos de espera.
11. Salvo que llegue con un contrato ya amarrado desde Argentina, al principio no podrá elegir: tendrá que trabajar en lo que encuentre. En el norte de Italia típicamente limpieza de oficinas y casas (hay empresas de limpieza que contratan inmigrantes), curtiembres, mataderos, fundiciones, construcción, rascado de pintura de barcos y otros trabajos insalubres desdeñados por los italianos nativos. Se gana entre 700 y 1.000 dólares al mes, esto último al neto y con horas extras.
12. Nos dirá: "¿y con esa plata cómo hago para pagar alquiler y auto?". Es una buena pregunta, porque no hay solución alguna puramente individual. Una familia en la que trabajan dos personas consigue vivir, y hasta ahorrar algo. Un inmigrante solo, o que todavía tiene que traerse a la familia, no tiene otro remedio que compartir la casa con tres o cuatro inmigrantes, si el propietario lo deja hacerlo. Puede llegar a conseguir una pieza en alquiler por 300 o 400 dólares mensuales, pero por poco tiempo.
13. Apenas consigue un trabajito, o junta algunas changas, ahorre todo el dinero que pueda. En Italia no hay seguro de desocupación, quien pierde el trabajo corre el peligro de quedar literalmente en la calle. Es el único entre los países desarrollados cuyo gasto social se destina casi exclusivamente a la jubilación.
14. El idioma es fundamental, sin dominarlo no se puede aspirar a ningún progreso, y se puede caer en situaciones difíciles. No es cierto "que el italiano se entiende", y menos todavía que "todos hablan inglés". Hay que aprender una lengua que es tan difícil como cualquier lengua extranjera. Si tiene que volver al país y esperar una llamada, aproveche para estudiar italiano. Cómprese por lo menos un buen diccionario italiano, otro bilingüe y una gramática. Aunque haya estudiado va a necesitar como mínimo un año para comunicarse con alguna soltura, y dos años para escribir.
15. En un par de años estará en condiciones de mirar un poco alrededor para encontrar un trabajo mejor. Aunque tenga la ciudadanía italiana sáquese de la cabeza la idea del puesto fijo en el sector público o administrativo. En cualquier puesto de este tipo al que aspire se va a encontrar una cola de varios centenares de italianos nativos. No parece una estrategia muy inteligente, ya que con las sucesivas reformas neoliberales el puesto fijo es siempre menos fijo.
16. El trabajo intelectual y profesional es el más cerrado para los inmigrantes. Es obvio en el caso de los abogados y contadores, que tienen que haber estudiado las leyes locales (extraordinariamente complicadas), y en el caso de los periodistas, escritores y otros operadores de la palabra, que necesitan un dominio realmente muy elevado de la lengua.
17. Muchos argentinos, después de un tiempo de inmigración, se volvieron "autónomos", creando a veces pequeñas empresitas. No es fácil. Italia es un país donde el comercio y buena parte de los servicios requieren permisos, que se encuentran bloqueados. Un permiso de taxi, o para poner un kiosco, puede costar 100.000 o 150.000 dólares. Hasta para vender en la calle hace falta un permiso especial, dar un examen, etc. Un terreno abierto es por ejemplo el de los subcontratistas de la construcción: electricistas, carpinteros de obra, impermeabilizadores de techos, y decenas de otras especialidades. El secreto de la actividad autónoma es formarse una reserva de dinero (o de inversiones cuidadosas) para aguantar los malos tiempos. Otros sectores relativamente abiertos son la informática, Internet, publicidad y promoción, organización de congresos, turismo, restoración, y sectores industriales a baja intensidad de capital, como el cuero, calzado, carteras, el mimbre, la madera, la agricultura llamada "natural" o "biológica", y otros nichos de moda.
18. Para traerse a la familia, si se la dejó en Argentina, hay que calcular de uno a dos años de trámites. Hay que demostrar un ingreso relativamente alto, y una casa amplia, y por lo tanto costosa. Estos parámetros son de gestión arbitraria. Es altamente aconsejable que la mujer trabaje, si no el nivel de vida baja notablemente. Los jardines de infantes y guarderías son un problema terrible. Hay pocos, los municipales tienen colas de ingreso larguísimas.
19. Los hijos en edad escolar implican un nivel de gastos bastante alto: prevalece en Italia una sociedad de la imagen y del consumo. Los "nenes" requieren zapatillas firmadas y teléfono celular, moto, vacaciones en la nieve, y un río interminable de otros gastos. La escuela es fuertemente ítalo y euro-céntrica. No es infrecuente sin embargo encontrar maestros curiosos y abiertos. Porque Italia, si es una sociedad difícil, institucionalmente insufrible, está habitada por mucha gente agradable, vivaz e inteligente, con la que los argentinos nos sentimos en seguida cómodos. Es, al fin de cuentas, un hermoso país en el que vivir.
por AReA Emilia Romagna
Miguel Angel García
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