EL
AVANCE DE LA POBREZA EN AMERICA LATINA
INFORME DE LA CEPAL
En el 2001, 214 millones de personas,
casi el 43% de la población latinoamericana, vivía en la pobreza y de éstos,
92.8 millones (18.6%), en la indigencia, según proyecciones del informe
anual Panorama social de América Latina, 2001-2002, publicado hoy por la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
De concretarse este
año, como todo indica, una retracción económica regional (estimada en -0.8%),
se espera un aumento de la pobreza al 44% y de la indigencia al 20%. Tal
como en 2001, este mayor incremento se volvería a producir en Argentina y se
registrarían deterioros importantes en Venezuela, Paraguay y Uruguay.
Probablemente sólo en Perú y República Dominicana la pobreza se reducirá
levemente.
Las proyecciones
para el año 2002 apuntan a un aumento de la pobreza en alrededor de 7
millones de personas, de las cuales cerca de 6 millones corresponderían a
indigentes.
Estas cifras, sin embargo, no se traducen en incrementos proporcionales de
la pobreza en los 18 países de la región.
La elevación del
número de pobres en Argentina, sería uno de los principales factores del
deterioro regional.
Hacia 1997 se cerró
en América Latina un ciclo de crecimiento que permitió - no sin altibajos -
que numerosos países lograran importantes adelantos en reducir la pobreza.
Pero en los dos años transcurridos desde el 2000 (cuando el número de pobres
se estimó en 206.7 millones), el desempeño regional ha sido inferior al
deseable, con tasas de crecimiento del producto per cápita muy bajas y hasta
negativas en varios países. Entre los efectos del menor dinamismo económico
y la mayor volatilidad del crecimiento destacan el aumento del desempleo y
el estancamiento, o incluso retroceso, en la distribución del ingreso, lo
que ha vuelto a elevar los índices de pobreza en la región.
Siguiendo un patrón
afín al del crecimiento económico, la pobreza y la indigencia en los países
de América Latina se habrían reducido en 2000, para aumentar después
significativamente en los años 2001 y 2002.
En la actual
edición del Panorama social se revisa la factibilidad de cumplir la meta
propuesta en la Declaración del Milenio de las Naciones Unidas, de reducir
la pobreza extrema en el mundo a la mitad entre 1990 y el 2015. El avance
registrado a la fecha por los distintos países es disímil, dado que mientras
algunos ya alcanzaron la meta, otros se han distanciado de ella.
La situación más
favorable es la que presentan Chile y Panamá, que en 2000 alcanzaron la meta
de reducción a la mitad de la pobreza extrema, en tanto que Brasil,
República Dominicana y Uruguay muestran un cumplimiento parcial pero
importante de la meta, superior al 95% en los dos primeros casos y al 82% en
el tercero. A su vez, países como Costa Rica, El Salvador, Guatemala, México
y Nicaragua revelan un progreso cercano al 40%. Bolivia, Honduras y Perú
mostraron también adelantos hacia el cumplimiento de la meta, aunque a un
ritmo que, de mantenerse, no permitiría alcanzar el objetivo deseado al
final del período.
Un panorama más
complejo es el de Colombia, Ecuador, Paraguay y Venezuela, cuyos niveles de
pobreza extrema en el año 2000 excedían los de 1990.
Según los cálculos
de la CEPAL, para reducir la pobreza extrema a la mitad hacia 2015, el
producto total debería crecer un 2.7% anual durante 15 años: 5.7% para los
países con mayor pobreza, 2.7% para los con niveles medios y 2.5% para
aquellos con menor pobreza. En cuanto a la reducción de la pobreza total a
la mitad, meta en principio más acorde con el grado de desarrollo de la
región, las posibilidades son prácticamente nulas para algunos de los países
más pobres, puesto que requerirían alcanzar tasas de crecimiento que rebasan
notablemente su desempeño histórico.
El organismo de la
ONU postula 'la necesidad de recurrir a políticas económicas y sociales que
refuercen las posibilidades de ampliar la base productiva, pero que a la vez
conlleven una redistribución progresiva del ingreso, que permita que el
crecimiento económico eleve más rápidamente el nivel de vida de la población
con menores recursos'.
Dada la importancia
de la distribución del ingreso en América Latina en la lucha contra la
pobreza, el Panorama social analizó la estructura de ingresos que subyace a
los patrones de concentración.
En el informe del año pasado, se señaló que la
situación distributiva de esta región la ubicaba como una de las más
desiguales del mundo.
Jefe del hogar, principal
proveedor
El análisis de la
composición de los ingresos destaca la alta gravitación de las
remuneraciones al trabajo (salarios y ganancias).
En 1999 éstas
representaban, en promedio, entre el 63% (en Brasil) y el 90% (en Ecuador y
Nicaragua) del ingreso total de los hogares, y en once países esa
participación excedía el 80%.
Dentro de las
entradas provenientes del mercado de trabajo, los salarios tienen un peso
mayor -a la vez que constituyen la fuente de ingresos menos concentrada-,
seguidos por el ingreso de los trabajadores por cuenta propia. Por su parte,
las transferencias, integradas principalmente por las jubilaciones y
pensiones pagadas por los sistemas previsionales, constituyen una fuente
valiosa de recursos para los hogares, que en promedio aporta cerca del 13%
de los ingresos totales. En casi todos los casos, las rentas de la propiedad
son la fuente de recursos menos cuantiosa.
Una constante en
todos los países: el jefe del hogar sigue siendo el principal proveedor de
ingresos, aunque su contribución disminuyó en términos relativos a lo largo
de los años noventa. A su vez, el porcentaje del ingreso de los hogares
aportado por las mujeres acusó un incremento significativo en términos
relativos y actualmente representa un 32%. Por último, en el caso específico
de los ingresos del trabajo, la contribución de los jóvenes de 15 a 24 años
alcanza un 12.5% y la de los mayores de 65 años promedia el 3.3%.
Del análisis de la
composición de los ingresos familiares se corrobora que las posibilidades de
corregir por la vía directa los problemas distributivos son limitadas y,
excepto en el caso de las transferencias públicas, sus efectos se
manifiestan, en gran medida, en el largo plazo. Por eso la CEPAL recomienda
que los gobiernos 'aprovechen el relativamente escaso margen de acción del
que disponen para impulsar mejoras en la distribución de los ingresos', si
se busca elevar con mayor rapidez el nivel de vida de los más pobres y
cumplir la meta de reducirla a la mitad para el año 2015.
(Fecha publicación:11/11/2002)
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