DERECHOS HUMANOS
En
un día histórico para los trabajadores neuquinos
LOS CERAMISTAS DE ZANÓN RECIBIERON UN PAÑUELO BLANCO DE MANOS DE HEBE BONAFINI
Por Elio Brat, desde
Neuquén
Fue en la tarde del último miércoles 16 de octubre de este año 2002 cuando los
relojes se pararon en la explanada de entrada de una fábrica liberada por sus
obreros en Neuquén. Los relojes y los corazones de todos los que estábamos allí,
vibrando.
Cuando Hebe Pastor de Bonafini, madre de las Madres, se sacó su pañuelo blanco y
se lo entregó al secretario general de los obreros ceramistas de Neuquén, Raúl
Godoy, la historia de estos obreros patagónicos se marcó a fuego. Para ellos y
para todos los que estuvimos allí.
Para que todos puedan revivir, aún a la distancia y con los corazones en tantos
lugares del mundo, estas son las palabras que Hebe pronunció en Zanón.
Desde su
cuerpo y su vida. Como siempre.
“Hace mucho
tiempo que debía esta visita. Las Madres estamos enteradas permanentemente de lo
que está pasando en Zanón, de cómo funciona, de cómo va. Porque no solamente nos
enteramos por los diarios sino que nos llegan las noticias por el correo de esta
maravilla que es la Internet, donde para algunas cosas joden, pero para otras es
maravillosa.
Esperamos que toda esta visita de hoy las Madres la pongamos en nuestra red, que
tiene millones de personas y que llega a todas partes del mundo en un ratito.
Esto es la maravilla de la comunicación, que a veces también es la que nos
aplasta porque habla en contra nuestro.
Pero nosotros tenemos que tener la viveza de
usarla como la usa el enemigo para difundir todo lo que hacemos.
Como les decía,
hace tiempo que les debía esta visita. Sabíamos todo lo que pasaba aquí.
Estábamos realmente conmocionadas. Orgullosas. Pero, el que no viene no imagina
lo que es esto...
Realmente, ni
soñando –a pesar que uno ve las fotos y lo que las compañeras de Neuquén nos
contaron interiorizándonos de todo- nunca me imaginé que esto era así. No soñaba
que esta fábrica era esta maravilla. Y que este montón de guita, que es de
nosotros, era este predio impresionante.
Tampoco soñaba -
y perdonen - que lo iban a tener tan prolijo, tan limpio, tan arreglado. Tan
lindo, que da gusto estar aquí. Sé que les da trabajo, pero es lo que al enemigo
les jode: que los trabajadores tengan bien el lugar y que hagan del lugar de
trabajo un lugar lindo para estar.
¡Y sobre todo ver
esas máquinas funcionando!
Esas máquinas que fueron compradas en la época de la dictadura. Esas máquinas
que también hacían funcionar las grandes empresas para tapar. Y tapaban las
desapariciones, los secuestros, las muertes, el tirar nuestros hijos vivos al
río, enterrarlos en cualquier parte.
Con estas grandes fábricas que se inauguraban – y cuando lo hacían
se hacía mucho lío, mucha cáscara- se tapaba la muerte. Como se tapaba también
con los mundiales (de fútbol).
Ellos nunca se
hubieran imaginado, como no se imaginaron nunca, que las Madres , durante 25
años, cada jueves a las tres y media íbamos a estar en la Plaza (de Mayo).
Reclamando, gritando y exigiendo. Ellos no se imaginaron nunca que esta fábrica,
que inauguraron con tanta soberbia y con tanta muerte entre medio, hoy iba a
tener tanta vida. Y eso es lo que sentí cuando entré.
Cuando entré a la
fábrica sentí que la fábrica tenía vida. Que me inundaba la vida. Esa vida que
amamos tanto. Que amamos tan profundamente como amamos a nuestros Hijos.
Ellos también amaban la vida. Querían vivir. Y amaban la vida de los otros como
ustedes...
Ustedes la fábrica no la pusieron en funcionamiento por cada uno de
ustedes: cada uno por todos y por los otros.
¡Y cuánto se
perdieron los que no se animaron a tomarla! ¡Cuánto se perdieron!
Y ahora los
burócratas quieren, intentan, seguir siendo sirvientes del gobernador (Jorge
Sobisch de Neuquén). Pero entre todos no los tenemos que dejar.
Y
estas carreras y estas corridas que ustedes les dieron estos últimos días tienen
que ser un escarmiento.
Ellos no van a
parar, pero lo que tienen que saber es que nosotros tampoco.
Y
lo que tienen que saber es que ustedes no están solos: cada vez están más
acompañados.
Y el mundo entero tiene que saber de esta patriada y esta cosa
hermosa que ustedes están haciendo.
Cuando uno está
adentro de lo que hace, a veces no se da cuenta la dimensión que tiene. Pero
esto es impresionante.
Estoy invadida
por la vida. Estoy invadida por el amor. Estoy invadida por la gente de mi clase,
por la que siempre lucho. A veces, cuando hago discursos muy fuertes, cuando voy
a otros lugares, todos me dicen: “che loca, pero mirá, pará”.
¡No! - les dije yo - es que yo sé a quién estoy representando. Y por quién estoy
hablando. Esto me lo enseñaron mis hijos.
Nosotros somos de una clase social muy postergada, muy apaleada. ¡Y más nos
peguen y más nos apaleen, más fuerza tenemos que agarrar! Porque cuando nos
pegan es porque valemos. Es porque los jodemos.
Y cuando uno jode
al enemigo es porque está en el buen camino. Y si el enemigo chilla, mejor, Si
nos dice terrorista, mejor.
Si
nos dice subversivo, mejor. Porque somos subversivos. ¡Claro que sí!
Y
terroristas son ellos, porque ellos son el terrorismo del Estado. Del Estado que
lo quiere todo para él. Y que ustedes y muchos compañeros, pero digo ustedes
porque esto es monstruoso... Yo he ido a muchas fábricas tomadas: Brukman,
Grissinópoli, la fábrica de lavado de cueros (en el barrio de La Boca), el
supermercado Tigre (de Rosario).
Hay una de acero
que se promociona poco pero que han logrado vender bastante. También así,
complicados como ustedes. No recuerdo el nombre ahora, pero los compañeros
también lo están haciendo bien. Con muchas dificultades, pero allí también están
los administrativos. Pero esto no tiene comparación. La medida de esto, la
dimensión de esto, no tiene comparación.
Estoy convencida
que va a haber que pelearlo muchísimo. Digo “va a haber”porque el Compañero (Raúl
Godoy) nos ha puesto como parte de la fábrica, así que yo ya me lo tomé: soy
piquetera y soy de Zanón. Pero va a haber que pelearla mucho y defenderla mucho.
Y defender esto
es defender la vida que tiene la fábrica. Una fábrica funcionando, una fábrica
produciendo, una fábrica llena de compañeros trabajadores –de la fábrica y
desocupados- es la vida misma del lugar.
Es
la vida de ustedes, de sus hijos, de sus familias y de todo lo que rodea este
lugar. ¡Va a haber que defenderla!
Tal vez, también, alguno caiga. Porque en estas cosas no se sabe. Pero estoy
convencida que la sangre nunca es inútil.: yo no quiero morir por la Revolución,
pero si tengo que morir por ella voy a morir muy orgullosa.
Porque yo sé que la sangre de tantos no será inútil. Y ustedes hoy me lo
demostraron. Gracias compañeros.”
“... Y quiero decirles algo: las Madres no le damos el pañuelo a cualquiera”
Y
en medio de los aplausos y la emoción de sus compañeros de lucha, Raúl Godoy
recibió de manos de Hebe el pañuelo blanco de las Madres de Plaza de Mayo en SU
fábrica, la Cerámica Zanón, que desde ese día también les pertenece a las Madres
de Plaza de Mayo.
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