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¿La CTA un nuevo PT? ¿De Gennaro el Lula argentino?
Humberto Tumini
Hace unos meses atrás, para ser
mas preciso cuando el Congreso de la Central de los Trabajadores Argentinos en
Mar del Plata, distintas versiones recorrieron las páginas de los diarios (muchas
veces lanzadas por los propios dirigentes de dicho nucleamiento) al calor de la
consigna "construir un nuevo movimiento político-social" que fue con la que se
convocó primordialmente a dicho evento. Habida cuenta que Lula acababa de ganar
el gobierno en Brasil, que su trayectoria había ido del gremio metalúrgico a la
CUT y de allí al PT, que es además visible amigo de Victor De Genaro,
rápidamente se comenzó a hablar de que la CTA impulsaría la construcción de una
especie de PT argentino y que su secretario general propugnaría constituirse en
un lider del perfil del actual presidente del vecino país. ¿Será esto así?
Un poco de historia
La CTA se fundó en Burzaco allá por principios de los noventa, y se llamó en sus
comienzo el Congreso de los Trabajadores Argentinos. Sus gremios principales lo
constituían al igual que ahora la Asociación de los Trabajadores del Estado y
CTERA, y sus principales referentes eran Victor De Genaro y Mary Sanchez. Amén
de presentarse como opositores y alternativos a la dirigencia sindical
tradicional, explicitaban que uno de los objetivos principales del nuevo
nucleamiento era construir un movimiento político popular habida cuenta del giro
a la derecha del peronismo con Menem en la presidencia de la Nación.
Razón y posibilidades no les faltaban, no tanto del lado del peronismo, el que a
pesar de la "traición" del turco que de la "revolución productiva y el salariazo"
había pasado a las relaciones carnales con los yanquis y el gran capital, no se
mostraba en aquel entonces deshilachándose demasiado, sino por sobre todo del
vacío político que se había abierto para una oposición progresista a partir de
la debacle de la UCR luego de la fuga apresurada de Alfonsín, y del retroceso de
la izquierda tradicional en el país - de cierta fuerza a finales de los ochenta-
luego del derrumbe de la Unión Soviética.
Como digo mas arriba, posibilidades de instalar una fuerza política de cierto
vigor a partir de la representación social con que contaban había; lo que no
tenían esos dirigentes era la audacia para hacerlo. Lo mismo que le sobraba a
uno de los diputados del "grupo de los ocho" (del que formaba parte también
Germán Abdala dirigente de ATE): el licenciado Carlos "Chacho" Alvarez, hoy en
retiro efectivo. Así fue como, antes de que los dirigentes del CTA se dieran
cuenta, el futuro vicepresidente del nunca bien ponderado De la Rua ya había
aprovechado oportunistamente la buena elección del Frente del Sur en las
elecciones a senador por la Capital de 1992 y el prestigio de Pino Solanas para
irrumpir vigorosamente en la vida del país con una nueva fuerza política: el
Frente Grande, del que rápidamente se hizo dueño poniendo afuera a sus aliados
molestos, al Partido Comunista primero y al propio Solanas después.
Al CTA, en dirección de materializar sus deseos de construir un nuevo movimiento
político le quedaron entonces dos posibilidades, una era confrontar con el
Chacho, la otra unirse a él subordinadamente. Por cierto que optaron por esto
último. Mary Sanchez directamente abandonando el gremio para ser diputada
nacional y dirigente del Frente Grande-Frepaso (para terminar años mas tarde
tristemente su carrera denunciada por corrupción en la función pública). Victor
De Genaro conduciendo una central sindical que en definitiva fue un apéndice de
la política frepasista, incluyendo el apoyo explícito a la fórmula
Bordón-Alvarez en 1995 y a De la Rua-Alvarez en 1999.
Otro poco de historia más reciente
El carácter reaccionario del gobierno de la Alianza no tardaría en manifestarse.
A los diez días de haber asumido De la Rua, el Ministro de Interior Storani y el
Secretario de Seguridad Mathov, ordenaron la represión a docentes, piqueteros,
estudiantes y pueblo en general en el puente de Corrientes. Era una señal de que
ellos también gobernarían con "mano dura" hacia la protesta social (así les fue).
Esto significó un golpe para la CTA que había contribuído a encumbrar esa nueva
administración nacional presentándola cono progresista. No obstante su reacción
fue buena, decretó un paro nacional de repudio como preanunciando que podía
emprender un camino distinto.
Esto en importante grado se fue ratificando en la medida que el gobierno
aliancista se mostraba tal como lo que era: una administración derechista,
corrupta y continuadora del modelo neoliberal iniciado en 1976 y profundizado
por el menemismo. La CTA pasó a ser oposición, a promover en un grado importante
la lucha contra las medidas de Machinea primero, Lopez Murphy, brevemente,
después y finalmente el inefable Domingo Cavallo.
Fue mas allá incluso y se planteó abrir sus filas a sectores mas combativos y
opositores que los que hasta ese entonces había aceptado. Así pasaron a formar
parte de la Central organizaciónes piqueteras, se retomaron los proyectos de
vaciar a los sindicatos de la burocracia que durante muchos años se habían
cajoneado (se impulsaron procesos de ese tipo en Luz y Fuerza, Gastronómicos y
la UOM) y se inició la construcción de su juventud con un espíritú amplio y
abarcador. Se reinició al mismo tiempo el debate interno respecto de la
construcción de una alternativa política popular fuertemente opositora al modelo
en curso. Era por supuesto el momento adecuado para ello, se desenmascaraba el
falso progresismo del Frepaso del Chacho Alvarez, se atomizaba dicha fuerza
política, se achicaba otra vez la UCR golpeada en su flanco izquierdo por el
carácter del gobierno que llevaba adelante su dirigencia, y crecía también ahora
el desgaste de un peronismo dividido y desprestigiado. Mientras que
paralelamente ninguna fuerza del campo popular y la izquierda lograba expresar a
ese nuevo vacío político opositor; esta vez, como lo mostrarían los
acontecimientos posteriores en la vida del país, mucho mayor que el de los
primeros años de los noventa.
Había entonces dos grandes desafíos por delante para la dirigencia del campo
popular y en particular para la de la CTA:
1) Consolidar una vigorosa fuerza social opositora que desplazara a los
cómplices del modelo de la organizaciones reivindicativas del pueblo y jaqueara
sin descanso a los gobernantes que lo implementaban.
2) Buscar darle una expresión política a la oposición popular que fuera capaz en
el tiempo de conquistar el gobierno para hacer otro país.
Para responder con éxito a ambas tareas había que unir tanto en lo social como
en lo político a la mayor parte de los opositores al modelo, desde los mas
moderados hasta los mas conscuentes. Excluir a los primeros por falta de
amplitud significaría restar fuerzas importantes en las batallas por dar; pero
alejar a los segundos por conciliación con el poder era condenarse a la derrota
por falta de lo mas consistente de toda estrategia de confrontación en serio
contra los opresores. Había que unir a todos y la CTA parecía ir por ese camino
durante el año 2000 y la primera mitad del 2001.
No obstante las limitaciones de su dirigencia ya manifestadas en el transcurso
de la década del noventa se volvieron a hacer sentir al profundizarse la crisis
e ingresar al gobierno de la Alianza Domingo Cavallo. Era evidente en ese
momento que daría un salto el conflicto social con los sectores mas combativos a
la cabeza, y que se abrirían al mismo tiempo fuertes posibilidades de instalar
un proyecto político opositor desde el campo del pueblo al perder todo consenso
el gobierno aliancista.. Era el momento para que Victor De Genaro y los otros
dirigentes de la CTA se pusieran a la cabeza de ambos procesos. Es mas era una
oportunidad histórica para hacerlo. ¿Y que sucedió? Otra vez fueron para atrás.
Por lo pronto comenzaron a desmontar los acuerdos internos con los sectores mas
combativos: avalaron el matonismo, el macartismo y la contrucción clientelista
de Luis D¹Elía en la FTV y su política de exclusión de todo lo que no estuviera
bajo su control, y pasaron a congelar la construcción juvenil y a ponerles
trabas insalvables a los que quisieran impulsarla de todos modos. Se negaron a
promover la participación en las legislativas del 2001 desde una alianza popular
y le empezaron así a regalar el espacio político a Lilita Carrió; se dedicaron
paralelamente a construir un acuerdo en el Frenapo que excluía de hecho todo lo
que no fuera de centroizquierda al centro.
Pero la vida de los pueblos suele ser porfiada y cuando estos dirigentes de la
CTA menos se los esperaban (a pesar de que los síntomas se veían por doquier),
el pueblo irrumpió de lleno el 19 y 20 de diciembre del 2001 y lo volteó a
Cavallo primero y a De la Rua después. No es un delito que un acontecimiento así
pueda tomar desprevenidos a la dirigencia de una central que se dice opositora y
alternativa, pero si lo es la interpretación llena de mala fe y miedo que la
misma dio al levantamiento popular: en su opinión -sustentada practicamente
hasta la fecha- era lisa y llanamente una maniobra de los servicios y los
punteros de PJ. A partir de ello ordenó a sus afiliados no participar de la
lucha. Mientras miles de compatriotas enfrentaban la represión y decenas lo
pagaban con sus vidas, la CTA llamaba a sus militantes a irse a los locales y no
salir a la calle para no "hacerle el juego a las provocaciones".
Esta fue una conducta coherente con el giro que habían dado 6 meses antes. No
sería tampoco la última en esa dirección, después de un amago de querer
reposicionarse haciendo un paro con cortes de rutas el 29 de mayo del 2002,
volvieron al macartismo luego de la represión en el puente Avellaneda el 26 de
junio pasado; en especial en la persona de D¹Elía pero con el evidente aval de
la mayoría de sus dirigencia. Pasaron a dividir en cuanta oportunidad tuvieron
la lucha popular buscando el aislamiento de lo mas opositor (vana tarea) y no le
hicieron mas ninguna medida de lucha seria al gobierno de Duhalde, a pesar de
que este concretó la baja del salario mas abrupta en décadas, en particular de
los trabajadores nucledos en gremios de la CTA.
El nuevo "Movimiento Político-Social"
Todas estas decisiones de la dirigencia de la CTA (darle tregua al gobierno de
Duhalde, la política divisionista hacia la oposición popular al mismo, el
macartismo, el protagonismo otorgado a un personaje detestable como D¹Elía
símbolo de conductas propias de la burocracia sindical, la exclusión de los
sectores internos críticos, etc) provocó un indudable malestar al interior de la
central, que incluso llevó a postergar unos meses el congreso y a llevarlo a Mar
del Plata, lejos de la caja de resonancia que es la Capital Federal. Para
aliviarlo resolvieron poner el eje de la convocatoria en un anhelo de toda su
militancia: el llamamiento a construir un nuevo movimiento político- social. Así
lo anunciaron después de las deliberaciones, promoviendo además de las
comparaciones con el proceso brasileño mencionadas al principio de esta nota,
expectativas en múltiples sectores opositores y por cierto en la mayoría de su
propia gente.
Ahora bien, ¿habrá un PT argentino, y De Genaro será un nuevo Lula?
Con franqueza y desgraciadamente no hay ningún indicio serio de que esto vaya a
ser así, la crisis argentina tiene una profundidad muy distinta a la del hermano
país. La realidad de Brasil, incluída la llegada de Lula es el producto de la
industrilización de esa nación, la nuestra de la desindustrialización. Para
cambiar nuestro destino hace falta una dirigencia con mucho mas valor y decisión
para enfrentar a los poderosos que lo demostrado por la de la CTA incluyendo a
su secretario general.
Aparte de la tregua otorgada al gobierno de Duhalde (con el falaz argumento de
que era para evitar la llegada de la derecha, como si esta no gobernara ahora)
hay otras prueba al canto: el "movimiento político-social" prometido brilla por
su ausencia. Para ponerlo en marcha había que, entre otras cosas, lanzarse
decididamente a confrontar con Nestor Kirchner y Elisa Carrió que habían ya
ocupado un importante -y ficticio- lugar en la adhesión de muchos sectores
progresistas. Había que ser frontal y decir con todas las letras que con esas
figuras a la cabeza no habrá salida desde los intereses populares al drama
nacional, y oponerles otra propuesta política genuínamente opositora. Lo mismo
que debió haber hecho en su momento el CTA con Chacho Alvarez. No lo hizo
entonces ni ahora. Al contrario, sus principales dirigentes dividieron sus
apoyos: D¹Elía y Depetris -entre otros- se pronunciaron por Kirchner (es decir
por Duhalde, mostrando que la tregua no fue obra de la casualidad); los de la
CTERA militaron la candidatura de la Carrió. De Genaro no se pronunció pero
bendijo a unos y a otros.
En resumidas cuentas el movimiento político-social quedará para otra ocasión por
lo menos en cuanto a los liberadores objetivos que le adjudicaron en el congreso
de Mar del Plata. La CTA terminará una vez mas de la mano de su dirigencia a la
cola, política y/o socialmente, de supuestos progresistas como Carrió e Ibarra
(ya negociaron la candidatura de Claudio Lozano con él), como ayer fue con el
Frepaso y Chacho Alvarez. De Genaro no será Lula, será el mismo De Genaro de
siempre.
* Sec. Gral. de la Corriente Patria Libre
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