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NOTICIAS DE ARGENTINA


¿Desapareció el trabajo?
 por:Julio Carreras (h)

"no hay trabajo porque la tecnología va desplazando a los humanos de la producción..." y "esta tendencia irá en aumento (incluso hasta hacer peligrar la existencia misma del trabajo sobre la tierra)"


En los últimos veinte años se ha difundido insidiosamente entre los habitantes de nuestra civilización la idea de que "cada vez hay menos trabajo". La mayoría de los afectados no atina a explicarse las razones de esta "desaparición", lo cual transforma al fenómeno en una especie de fatalidad oscura, insidiosa.
Se ha dado amplísima difusión, en cambio, a explicaciones provenientes de tecnócratas del capitalismo salvaje, como Alvin Toffler, Jeremy Rifkin o Viviane Forrester. Estas explicaciones, con ciertas variantes, más o menos dice: "no hay trabajo porque la tecnología va desplazando a los humanos de la producción..." y "esta tendencia irá en aumento (incluso hasta hacer peligrar la existencia misma del trabajo sobre la tierra)".
La verdad contraría estas afirmaciones, que en realidad forman parte de un proyecto de manipulación ideológica de vastísimos alcances, pergeñado en el cerebro mismo del sistema. Las fuentes de trabajo que han ido desapareciendo en Occidente, dejando a miles de empleados en situación precaria, no han hecho otra cosa que reabrirse en Oriente o en otros lugares del Tercer Mundo -con frecuencia multiplicando los puestos. Esto no sólo ha recreado los puestos de trabajo cerrados sino los ha aumentado.
Durante la etapa de crecimiento irracional, los "Tigres Asiáticos" recibieron un mar de inversiones estadounidenses y europeas para abrir cientos de fábricas, procesadoras, líneas de montaje de artefactos innumerables, que anegaron el mundo convirtiéndose, por sus bajos precios, en líderes de mercado. Para posibilitarlo, millones de campesinos asiáticos fueron arrastrados hacia las fábricas, donde cambiaron una subsistencia mediocre por el espantoso hacinamiento en "dormitorios" de las empresas -generalmente habilitados en rudimentarias azoteas sobre las mismas fábricas. El precio del "alojamiento" allí durante los breves períodos de descanso entre jornadas de 10 o 12 horas -incluyendo insalubres comidas-, son habitualmente descontados de los salarios. Estos obreros asiáticos cobran por el mismo trabajo entre cincuenta y cien veces menos que un obrero estadounidense. Con esto la "globalización" ha obtenido el dudoso "éxito" social de retrotraer las relaciones de explotación a condiciones semejantes a las de finales del siglo XVIII. Fue para calificar aquella explotación inhumana de la vida de los trabajadores que Engels acuñó la denominación "capitalismo salvaje".

Un programa siniestro

¿Por qué se ha difundido el concepto de que "no hay trabajo" hasta convertirlo en algo universalmente aceptado? Por decisión de los multimillonarios dueños de megaempresas internacionales, para aumentar su tasa de ganancia. Esta ganancia había caído parcialmente hacia los años 70, debido a los avances obtenidos en su calidad de vida por los obreros, a través de sus luchas sindicales de más de un siglo. Pero un factor determinante fue la despiadada competencia interempresaria, que obligó a las mayores industrias a tecnificarse para alcanzar los rendimientos de las más audaces.
El desarrollo de la tecnología -acelerado en un 1000 x 100 desde los años 50- ha servido para sustituir mano de obra humana, es verdad, pero también es cierto que esta tecnología resultó más cara. Además de los elevados costos que implica su fabricación, la tecnología de punta tiene una vida útil brevísima, lo cual determina la necesidad de renovar el equipamiento en períodos cada vez más cortos. Debido a su desactualización, por el constante avance -real o ficticio- de los sistemas, las máquinas insumen en la actualidad un costo varias veces mayor al de los obreros. Este novedoso factor se ha convertido también en un negocio de los productores de equipamientos avanzados, quienes infunden ritmos y mecanismos artificiales para establecer una dependencia cada vez mayor por parte de las industrias.
Para compensar este desajuste en sus ganancias y conservarlas en el nivel de exorbitancia al que se habían acostumbrado, los grandes capitalistas apelaron, entonces, a descargar el costo de la tecnología sobre la calidad de vida de los trabajadores.
La "creatividad", entonces, de los grandes capitalistas, proyectó este programa de vastos alcances, fundamentado en tres patas:
1) Mutación en los métodos de reproducción del capital.
2) Chantaje sobre los gobiernos e instituciones.
3) Manipulación de los medios informativos y educacionales.

Mutación en los métodos de reproducción del capital

La mutación de los métodos se manifiesta primero en la sustitución del tradicional Empresario de los años dorados del capitalismo por el más difuso, casi abstracto concepto de "empresa". Los descendientes de aquellos duros salvajes como John Ford, Carnegie, Rockefeller, Morgan, Hearst, Sachs, Faber, Krupp, fueron saliendo de la escena pública, para dejar su sitio primero a personajes representativos, luego a una burocracia de tecnócratas. Convertidos en clase parasitaria e ilustrada únicamente para los placeres, estos herederos de las grandes fortunas se alejan del fastidioso control directo sin perder lo único que les interesa, es decir, el disfrute ininterrumpido de sus inmensas fortunas. Por su parte, los nuevos tecnócratas -educados desde su infancia bajo la concepción perversa de la ganancia como parámetro excluyente- orientan los capitales hacia dos campos principales: la especulación financiera, la migración industrial.
Se constituyen poderosas estructuras, cuya única función es canalizar dinero o símbolos semejantes, las cuales se revelan pronto como productoras de ganancias mucho mayores y más rápidas que las obtenidas por la actividad industrial.
Se emprende un gigantesco éxodo de capitales, que abandonan sus instalaciones en los países desarrollados, para levantar en cambio precarios sustitutos en el Tercer Mundo, que les resultan a veces hasta cien veces más baratos, eximiéndolos además de responsabilidades culturales o éticas. Las maquiladoras mexicanas y los hormigueros humanos de montaje en Filipinas o Tailandia son claros ejemplos de estas formas despiadadas "eficiencia competitiva", instaladas por los salvajes yuppies occidentales durante el último tercio del siglo XX.
Especulación financiera, pues, y migración industrial, constituyen las nuevas, monstruosas corporizaciones en que ha mutado este modo regresivo de explotación capitalista sobre la humanidad actual.

Chantaje sobre los gobiernos e instituciones.

La radicación de estas "fuentes de trabajo" o "inversiones" en los países subdesarrollados obtiene prebendas escandalosas. Ellas son otorgadas por funcionarios de fácil corruptibilidad, quienes no sólo liberan de obligaciones a los capitalistas extranjeros, sino llegan a establecer mecanismos legales que terminan convirtiendo en gratuita la existencia de estas verdaderas vacas lecheras, proveedoras de extraordinarias ganancias a sus inefables dueños. Estas condiciones, a la par de multiplicar de un modo sideral sus ganancias, dotan a los grandes capitalistas de una herramienta extraordinaria para ser usada en el chantaje sistemático, ejercido sobre los gobiernos e instituciones humanitarias o sindicales. Con la amenaza de la migración de capitales hacia lugares "más tolerantes" o con "menor carga impositiva", se va desarticulando el papel regulador del estado. Hasta convertirlo en lo que es hoy: una mera extensión de los intereses capitalistas, encubierta bajo formas relativamente nacionales. A excepción de Cuba, Venezuela y Corea, hoy no existen prácticamente en el mundo países que estén resistiendo efectivamente a esta prepotente imposición mundial del capitalismo salvaje.
La concentración inmensa de poder económico en manos de este relativamente pequeño grupo perverso, les ha permitido además chantajear a los sindicatos e instituciones humanitarias.
Ante la opción de "morir de hambre" por falta de ingresos o languidecer en situaciones mediocres, a veces bordeando la indigencia, la mayoría de estas instituciones terminó convirtiéndose en gestoras de la derrota. Se degradó, pues, la lucha por jornadas menores, salarios dignos, cultura universal, y un mundo feliz, para sustituirlas por subsidios al desempleo, otorgamiento de trabajos temporarios, y aceptación implícita de la superexplotación capitalista sobre quienes trabajan con relación fija.
El dinero dispensado por los corruptores capitalistas jugó un papel importante, por cierto. Especialmente en los organismos sindicales, cuyas dirigencias habían ido convirtiéndose, a lo largo del siglo XX, en burocracias totalmente alejadas de los intereses obreros.*

Manipulación de los medios informativos y educacionales

En la "era de las comunicaciones" los medios fueron elegidos como el bastión más importante por el sistema. Grandes capitalistas han volcado ríos de dinero en apropiarse de ellos, si no los poseían, y quienes venían explotándolos desde tiempo atrás lo hicieron para dotarlos de la más alta tecnología.
Pero el último descubrimiento de los tecnócratas ha sido el área educativa. Comprenden que sin el manejo de las conciencias, difícilmente podrán imponer el consenso para un modo de organización social totalmente opuesto a la naturaleza. Esto es, mientras la naturaleza dispone que existan alimentos, fuentes energéticas, espacio vital para todos en abundancia, el egoísmo humano contrarió este orden a través de un puñado de asesinos, quienes fueron expropiando a las inmensas mayorías de los habitantes de la Tierra para beneficiar únicamente a un pequeño sector.
Desde la invención de dioses legitimadores en el antiguo Egipto, hasta las tergiversaciones "científicas" de Malthus, Adam Smith o Ricardo, los beneficiarios de la injusticia se han esforzado en imponer en las conciencias humanas la concepción de que su sistema es "lo natural".
Los recientes sucesos de Venezuela, donde los delincuentes que impidieron el desarrollo de ese magnífico pueblo apelando a todo tipo de perversidades se atrincheraron en los medios de comunicación, como en un búnker, demuestra el rol destinado a esos instrumentos por el salvajismo capitalista dominante. En la era fascista de Bush, están dispuestos incluso a mostrarse claramente como defensores de la mentira, para proteger sus privilegios, en ésta que perciben como una batalla crucial.
Por otra parte, la "tercerización" de los sistemas educativos constituye el camino para establecer el destino que nos tienen preparados a los países del Sur, y perpetuar el régimen injusto que han construido en el Norte.

Fin del trabajo

Cierra esta ecuación el recurso militar. Bandas de criminales armados han sembrado la muerte durante la década de los 70 por toda Latinoamérica, para demorar la caída de un sistema en putrefacción. Luego del terror sembrado por sus ejércitos, se impuso a nuestros países planes económicos terroristas que intentan ir acabando lentamente con toda la población.
Todos los gobiernos de los últimos 30 años -con excepción del glorioso gobierno de Cuba socialista- son responsables por los horrendos crímenes que se han cometido en el mundo. La máscara hipócrita de la "democracia" está, pues, anegada en sangre.
Con estos medios poderosísimos, los salvajes delincuentes capitalistas han conseguido introducir en las mentes de la población mundial que "cada vez habrá menos trabajo" como si fuese el resultado natural de una evolución.
En primer lugar nunca hubo tanto dinero disponible para inversiones como en la actualidad. Sólo con aplicar un 10 % del dinero depositado en bancos mundiales para el desarrollo industrial y agropecuario, no habría nadie -absolutamente nadie- en el mundo que no tuviera su puesto de trabajo. Es la mezquindad, el egoísmo de sus detentadores lo que impide la aplicación correcta de estos recursos. No la incapacidad de los obreros, como mienten abrumadoramente sus usinas de desinformación.
En segundo lugar no es verdad que la tecnología elimine puestos de trabajo. La tecnología también debe ser producida por manos humanas. Y aún suponiendo su autorreproducción, esto debe llevar, en una sociedad verdaderamente racional, sólo a la reducción de las tareas obligatorias, para abrir paso a una era de prosperidad y libertad social extraordinaria.

Dos mundos en pugna

En la exposición Internacional Hannover 2000 fue presentado un robot hogareño. Lo venden a 5.000 dólares. Su destino es cuidar las tareas rudimentarias en ausencia de los humanos. Se le transmite las órdenes por medio de un pequeño control, o a través de un micrófono, ya que posee audio en su cerebro mecánico, así como una pequeña cámara de video. También es manejable a través de un programa de internet. Está capacitado para sacar a los animales al patio, observar que la cocina cumpla con lo programado, atender el teléfono o a la puerta, recibir mensajes, etcétera. La gacetilla informa que progresivamente los robots irán haciéndose cargo de casi todas las tareas humanas, momento que se calcula posible para el 2050. Más el precio de estos "avances" será -según esas especulaciones- millones y millones de personas que "no tendrán cabida en el sistema".
La película Zardoz ilustra el pensamiento capitalista en este sentido. Humanos embrutecidos, colaborando con máquinas, efectúan todas las tareas sucias o primitivas para sostener a un puñado de aristócratas que habitan una burbuja climatizada. Allí nunca hace frío ni calor, en una ciudad con arquitectura que mezcla un decadente refinamiento de la Edad Media con futurismo, todo está bellamente ordenado para el ocio creativo. Los privilegiados transcurren sus vidas entre ejercicios de yoga, la práctica de diversas artes, y el cultivo gratificante de huertas ecológicas. Visten livianas túnicas transparentes y son todos hermosos.
Para arribar a este sueño capitalista, es necesario cometer las peores atrocidades hoy. Las contradicciones capitalistas han entrado nuevamente en un período de altísima conflictividad. Ello porque en la actual situación los capitales acumulados obstaculizan efectivamente el desarrollo de la humanidad.
Lo que sucederá realmente, muy a contrapelo de lo que supone la película Zardoz, será que inmensas masas de víctimas del desempleo aumenten geométricamente su movilización, en relación directa con su grado de conciencia. Luego de comprender que la falta de trabajo, el hambre, la guerra, no son sus culpas, sino las del imperio capitalista, millones de personas se están poniendo en marcha a lo largo y lo ancho del mundo, para derribar el sistema perverso.
Y esto llevará a una nueva revolución, periódicamente postergada pero absolutamente necesaria para nuestra humanidad. La que parirá el socialismo, etapa necesaria para que no se detenga la evolución humana sobre la Tierra.

* Existe en la Argentina un caso ejemplar. Se trata de Jorge Triacca, Secretario General del sindicato de Obreros del Plástico. Hijo del anterior jefe sindical, heredó el puesto, desempeñándose desde muy joven como eficaz usufructuario de los recursos provistos por los miles de obreros del sector a través de los descuentos que se efectúan directamente de sus salarios. Amigo de los militares asesinos durante la dictadura, no tuvo empacho en declarar que requería de unos quince mil dólares mensuales, como mínimo, para asistir sus necesidades. Publicadas en una revista frívola, con grandes fotos de su persona y los lujos que poseía, entre las "necesidades" declaradas se contaban la de enviar a sus hijos a un colegio francés, poseer una casa de veraneo en Punta del Este, una verdadera flota de vehículos, un cuerpo privado de policías, así como numerosas viviendas "para alojarse" en los más diversos lugares del país -y hasta en el extranjero.



 


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