NO AL ALCA
ALCA, deuda
externa y militarización: tres ejes de un mismo proyecto
Martha Cecilia Ruiz
Servicio Informativo "alai-amlatina"
Con
un auditorio repleto, donde se izaron banderas del Tahuantinsuyo y no dejaron de
oírse gritos en contra de la propuesta para crear un Área de Libre Comercio de
las Américas (ALCA), ayer se iniciaron en Quito las conferencias del Encuentro
Continental de Reflexión e Intercambio: "Otra América es posible", que se
enmarca dentro de las Jornadas de Resistencia Continental contra el ALCA. Estas
Jornadas se desarrollan en varios países de la región y durante todo el mes de
octubre, y se llevan a cabo de manera paralela a otros eventos donde se discute
el tema del ALCA, como el encuentro de parlamentarios, el foro empresarial y la
reunión de ministros de comercio.
El Encuentro
Continental de Reflexión -que se desarrolla entre el 28 y el 30 de octubre, en
Ecuador- tiene entre sus objetivos ampliar el entendimiento de los verdaderos
propósitos del ALCA. Por ello, la primera conferencia, donde participaron
expertos de siete países del continente, abordó la relación que existe entre el
ALCA, la deuda externa y la creciente militarización de América Latina y el
Caribe.
En un evento
anterior, organizado por Jubileo-Sur Américas, en mayo pasado, en Quito, ya se
analizó esta relación entre ALCA, deuda y militarización. Entonces, se explicó
que los tres temas son "ejes estratégicos complementarios de un solo proyecto de
expansión y de consolidación del imperio norteamericano" (Declaración de
Jubileo-Sur Américas).
Esto porque, en primer lugar,
el ALCA intenta "crear un bloque regional dominado por Estados Unidos, capaz de
enfrentar la competencia de la Unión Europea y del bloque asiático en la disputa
por la hegemonía económica, geopolítica y cultural del mundo".
Además, porque
la deuda externa cumple también un papel de "apropiación de los excedentes de
los países latinoamericanos por la vía financiera". Y porque la militarización
es, a su vez, una "garantía armada de la hegemonía hemisférica y global de
Estados Unidos".
La hermana
Elsie Monge, de la Federación Ecuatoriana de Derechos Humanos, y moderadora de
la conferencia, recordó que Estados Unidos ha instalados cuatro bases militares
en el continente, en Manta (Ecuador), Curazao, El Salvador y Aruba.
Además,
existe la propuesta de crear dos bases más: una en Alcántara, en Brasil, y una
más en Tierra de Fuego, en Argentina.
A estas bases
se suma el Plan Colombia, que es una iniciativa militar de Estados Unidos,
emprendida con el argumento de luchar contra el narcotráfico. El colombiano
Héctor León, uno de los expositores y miembro del Instituto Latinoamericano de
Servicios Legales Alternativos (ILSA), señaló claramente que el Plan Colombia (hoy
transformado en un proyecto más amplio que es la Iniciativa Regional Andina) es,
en realidad, un "proyecto militar contrainsurgente", es decir, un proyecto en
contra de todos aquellos que se oponen al sistema y que hoy son considerados por
Estados Unidos como "terroristas".
Además del
caso colombiano, lo/as expositore/as presentaron otras experiencias en donde se
evidencia la creciente militarización de América Latina. Así por ejemplo,
Gilberto López y Rivas, de la Red Mexicana de Acción contra el Libre Comercio (RMALC),
y quien fuera integrante de la Comisión de Concordia y Pacificación (COCOPA),
creada para buscar soluciones al conflicto en Chiapas, explicó que hoy el
gobierno mexicano de Vicente Fox sigue la misma estrategia que impuso el régimen
priista en contra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Se trata de
una "guerra de desgaste"-dijo López y Rivas-, es decir, de una sucesión de
pequeñas operaciones en contra de la población civil y de la forma de vida de
las poblaciones indígenas.
Para llevar a cabo esta
"guerra", el gobierno mexicano utiliza una variante del modelo guatemalteco, en
donde se utiliza a grupos paramilitares de origen indígena ("el cuño debe ser
del mismo palo"), que desarrollan acciones que el gobierno no puede emprender
directamente. "Se ha denunciado la presencia de estos grupos paramilitares
-señaló López y Rivas-, pero no se ha hecho nada al respecto".
Además, el experto
mexicano aclaró que, desde 1994, cuando entró en vigencia el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN), firmado entre México, Canadá y Estados
Unidos, los soldados mexicanos representan el grupo más grande de los
latinoamericanos que se forman en las escuelas militares de Estados Unidos, para
aprender las tácticas contrainsurgentes.
Aunque el
panorama se muestra sombrío, los expositores insistieron que "sin resistencias
no hay alternativas", y llamaron a tender puentes y juntar los esfuerzos de las
diferentes organizaciones sociales del continente en contra del ALCA y en contra
de los proyectos de militarización de la región. "¿Hasta cuándo van a seguir
decidiendo por nosotros?", se preguntó Evo Morales, líder campesino y ex
candidato a la presidencia de Bolivia, quien propuso plantear alternativas
conjuntas para, como han hecho los pueblos indígenas al interior de algunos de
los países de la región, recuperar el poder político y gobernarnos a nosotros
mismos.
"La deuda no
se paga, la deuda está pagada" Adolfo Pérez Esquivel(Argentina), Premio Nóbel de
la Paz; Alberto Acosta, economista ecuatoriano; Marcos Arruda, de Políticas
Alternativas para el Cono Sur (PACS), de Brasil, y Beverly Keene, de Diálogo
2000, Argentina, fueron algunos de los expositores que intentaron explicar la
relación que existe entre el ALCA y la deuda externa, y de ésta con los procesos
de militarización del continente.
Entre 1997 y
el año 2000, América Latina y el Caribe transfirieron por servicios al pago de
la deuda externa un total de 583.000 millones de dólares, además de 192.000
millones de dólares por conceptos de intereses. Sin embargo, Marcos Arruda
explicó que la deuda sigue creciendo, que se paga con nuestras reservas
internacionales y que esto implica menos dinero para la inversión social en cada
uno de los países latinoamericanos.
Por su lado,
Alberto Acosta señaló que la deuda es un instrumento de dominación e implica la
posibilidad de introducir políticas de ajuste estructural en América Latina y el
Caribe. "No debemos nada, la deuda está pagada, y esto se puede comprobar
matemática y financieramente", insistió Acosta, señalando que esta propuesta de
no pago o cancelación de la deuda externa debe plasmarse en acciones concretas y
conjuntas de parte de los países de la región.
Acosta también explicó que
diversas organizaciones del continente, agrupadas en Jubileo Sur-Américas,
plantearon, en una reunión de hace unos pocos meses, la necesidad de buscar una
estructura de derecho para afianzar la propuesta de no pago de la deuda externa.
Así, se busca constituir un Tribunal Internacional que introduzca este estado de
derecho que hoy no existe, y por lo cual los deudores son tratados como reos y
los acreedores actúan como jueces y parte.
Otra propuesta
es promover lo antes posible un proceso de auditorías de las deudas que existen.
"Cualquier deudor tiene
derecho a no cumplir con su contrato si es que las exigencias y condiciones de
pago le conducen a una situación inhumana", explicó el economista ecuatoriano, y
agregó que la deuda no puede seguir siendo un obstáculo para el desarrollo
humano de la región. Por tanto, la alternativa es introducir este estado de
derecho, enfrentar el tema de la deuda en el campo político, con parámetros
claros y con argumentos y, si es que todavía queda algo por pagar, entonces
pagar sin poner en riesgo los proyectos sociales.
Para lo/as expositore/as
de esta primera conferencia y reflexión sobre lo que significa el ALCA, el reto
que hoy tiene América Latina y el Caribe es reunir esfuerzos y tener un proyecto
propio de desarrollo, un proyecto que promueva sociedades más equitativas y
solidarias. De lo contrario, el riesgo es que el ALCA sea una realidad aún sin
existir, a través de lo que significa las presiones de la deuda externa y las
iniciativas de intervención militar en la región por parte de Estados Unidos.
Para Adolfo Pérez Esquivel, es necesario vencer las divisiones y la poca unidad
latinoamericana que hoy existe y presentar alternativas conjuntas, porque "no
nos resignamos a ser esclavos".
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