Estaba cenando la otra noche con unos amigos. Personas
que tienen experiencia de redes desde los tiempos en que la
internet era casi inaccesible excepto para unos pocos nodos
universitarios. En un cierto momento uno preguntó:
"pero en suma, ¿para qué sirve la
internet?" y nos miramos asombrados, porque nadie
tenía una respuesta preparada. Yo estaba aún mas
preocupado que los demás... porque estoy escribiendo
un libro, que va a salir el próximo otoño, y
que esta vez no será para empresas; sino que
tratará de explicar a las personas cómo y por
qué de verdad sirve usar la red. Parece fácil,
pero no lo es.
Estamos tan saturados de noticias fantásticas
sobre lo que brinda la red que ya no sabemos cómo
desenredarnos. ¿De verdad alguien tiene tiempo y ganas
de entrar online para ver la enésima fotografía
de alguna actriz o modelo más o menos desvestida?
¿O el enésimo sitio lleno de garabatos y
vacío de contenidos? ¿O de enviar o recibir una
"postal" web, creando otra sobrecarga más de
gráfica pesada? ¿O de "navegar" a la
deriva en busca de quién sabe qué?
Por supuesto, sería lindo que pudiéramos
manejar online nuestra cuenta bancaria, sin hacer colas
frente a una ventanilla. Pero los servicios bancarios
aún no lograron darnos lo que técnicamente
podrían. Por supuesto, sería lindo que todos
los trámites burocráticos se pudieran hacer
online, evitando colas complicadas y molestias. ¿Pero
cuánto le tomará a nuestra vetusta y desastrosa
burocracia organizarse como corresponde?
Por supuesto, el correo electrónico es la manera
más eficiente y práctica, y también la
menos costosa, de manejar la correspondencia. Si no
fuéramos perseguidos por spamming de todo tipo, por
mensajes absurdamente pesados en formatos indescifrables, en
suma por todos los perjuicios de una situación en la
cual se satura a la gente de nociones técnicas a
menudo inútiles pero se hace poco para difundir una
razonable capacitación sobre el modo más
eficiente y agradable de usar la red.
Por supuesto, es práctico y cómodo poder
bajar online una infinidad de cosas, desde el software hasta
la música, y toda suerte de textos útiles e
interesantes. Pero las tecnologías son tan intrincadas
que encontramos un montón de problemas. Por supuesto,
es útil poder leer un diario en la red. Pero no
conozco a nadie que haya reemplazado el diario de papel por
el diario online. Casi todas las personas que conozco leen
online sólo si están de viaje o si se trata de
un diario que habitualmente no compran. Y los ejemplares
atrasados de algunos diarios no están libremente
disponibles...
¿Hay un poco de nostalgia por los "viejos
tiempos"? Sí, y se entiende. Todo era más
sencillo; y las conexiones a 2.400 bps eran más
veloces que cualquier conexión ultrapoderosa de hoy.
La red era un mundo más restringido; ya entonces
había demasiada gente como para poder conocer a todos,
pero había un sentido de hermandad, de
recíproca ayuda, porque por el hecho de estar online
nos sentíamos un poco especiales.
¿Debemos añorar el pasado? Obviamente no.
Pero debemos pensar un poco más seriamente cómo
encontrar el cabo de la red de hoy y del mañana, que
inevitablemente será aún más
congestionada.
La llave de la solución, en mi opinión, es
sencilla. Decidir no usar la red si no tenemos una idea
precisa del porqué. No estar frente a un monitor,
empuñar un mouse o golpear sobre un teclado si no
tenemos un motivo preciso para hacerlo. Parece una idea
simple, pero en mi opinión puede ser muy fuerte. Si
nos detenemos con un poco más de atención a
pensar, a definir nuestras intenciones y nuestros deseos,
aprenderemos a usar mejor la red y a perder menos tiempo.
Y esto vale también para las empresas. Cuando la
internet no existía, y yo me ocupaba de otras formas
de comunicación, a menudo me obligaba a mí
mismo y a los demás a responder a una pregunta severa.
¿Qué sucedería si no hiciéramos esto, si no
gastáramos un centavo? Alguna vez mi honestidad mental
fue castigada, porque mi cliente advirtió que
él no tenìa las ideas claras y simplemente
retiré la inversión. Pero más a menudo
fue premiada, por que nos ayudó a hacer cosas
más precisas y eficaces.
En mi opinión tendríamos una mejoría
sustancial en la actividad online de las empresas si todos se
asignaran a sí mismos una "tarea para las
vacaciones". Responder a una pregunta sencilla pero
precisa. "¿Qué sucedería si no
estuviéramos online? Y si estamos ¿qué
estamos haciendo exactamente?" Por lo que vemos por
ahí, el noventa por ciento del congestionamiento de la
red es producido por personas y empresas que nunca se
hicieron esta pregunta o que nunca encontraron la respuesta justa.