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Gaucho argentino |
Historia Argentina es, desde el punto de vista demográfico, uno de los países más "jóvenes" del mundo. En el siglo XVII, cuando México, Perú, Brasil y Chile eran ya sociedades complejas, con millones de habitantes y centros urbanos evolucionados, las llanuras del Atlántico sur estaban casi completamente deshabitadas. En pocos años, entre fines del siglo XVIII e inicios del siglo XIX, hubo un veloz y desordenado proceso de ocupación del territorio, siempre marginal en el imperio español; los ocupantes eran colonos expulsados del Perú y nacionalidades periféricas del imperio: vascos, irlandeses, catalanes, genoveses, napolitanos; los españoles metropolitanos emigraban hacia donde había oro, plata, indios y ciudades. |
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vacunos, una riqueza de la Pampa |
La anárquica libertad de la "frontera", una sociedad salvaje, en la cual los indios eran formidables guerreros nómades, y no siervos; los blancos eran plebeyos, muchas veces aventureros y desertores; y los negros, sin una economía de plantación, eran una clase de artesanos y servidores, hizo de esta tierra un polvorín revolucionario, base de la guerra anticolonial en el subcontinente. Después de la independencia resultó ser una sociedad ingobernable, debilitada por las permanentes guerras civiles hasta la "reorganización nacional" de la segunda mitad del siglo XIX. |
Buenos Aires, una entrada de la |
Europa se encontraba entonces en un prolongado
período de desarrollo y enriquecimiento: hacían falta
materias primas, y en particular alimentos. Los
vencedores de las guerras civiles, una elite de
intelectuales liberales, grandes terratenientes y
militares, desarrollaron entonces el "Proyecto
Nacional" que creó la Argentina moderna. En pocos
años organizaron un eficiente ejército profesional,
ocuparon grandes territorios deshabitados, corrieron las
fronteras de los países vecinos (Paraguay resultó casi
destruído) y exterminaron los indios nómades de las
Pampas. Con inversiones inglesas crearon una moderna estructura de puertos, y una de las mayores redes ferroviarias (35 mil kilómetros) y telegráficas del mundo. Abrieron el país a la inmigración europea. A inicios del último tercio del siglo XIX los habitantes del actual territorio argentino eran 1,7 millones (muchos de ellos eran simplemente inmigrantes de oleadas precedentes). Entre esta fecha y la primera guerra mundial quedaron en el país como saldo inmigratorio 3 millones de europeos, en una proporción con la población originaria que no tiene paralelo, ni siquiera en los otros tradicionales países de inmigración. |
Plaza San Martín |
Los cereales, las carnes y las lanas argentinas eran producidas con técnicas modernas y poca mano de obra; los costos eran entre tres y cinco veces inferiores a los europeos. El surplus, apropiado por una oligarquía financiera de grandes propietarios, banqueros e industriales, fue utilizado para ampliar la infraestructura y para crear una de las ciudades más refinadas del mundo, Buenos Aires, que en los primeros años del siglo pudo tener una red metropolitana subterránea, conectada a un sistema de ferrocarriles suburbanos; calles y edificios que recuerdan Paris o Londres. en los que predomina el art noveau; teatros, parques y barrios de gran belleza. |
la Boca, viviendas de los inmigrantes
Teatro Colón, uno de los |
Era una sociedad injusta, en la que la mayoría de la
población estaba excluída del voto, y donde las masas
de inmigrantes que llegaban año tras año eran
utilizadas como mano de obra a bajo precio. Entre 1910 y
1920 los trabajadores fueron protagonistas de duras
luchas sociales, reprimidas en modo brutal. Aún así el
régimen pagó las consecuencias: en 1912 se hicieron las
primeras elecciones democráticas, en las que triunfó el
partido opositor, la Unión Cívica Radical. En los años
sucesivos los trabajadores industriales y urbanos se
organizaron sindicalmente, y obtuvieron los primeros
reconocimientos de sus derechos salariales y sociales,
mientras que los arrendatarios y medieros conseguían en
el campo el acceso a la propiedad de la tierra, y
constituían un potente sistema cooperativo. En los años 20 -dice el economista Colin Clark- Argentina era uno de los cinco países más ricos del mundo, su nivel de vida medio, muy superior al de los países europeos, se acercaba al de Estados Unidos y Canadá. La catástrofe sin embargo había ya comenzado: los países europeos se cerraban, uno después del otro, detrás de barreras proteccionistas. La competencia con los otros exportadores de alimentos (Estados Unidos, Canadá, Australia) en un mercado mundial siempre más reducido provocaba el derrumbe de los precios. Desaparecía por lo tanto el surplus que explicaba la prosperidad argentina. |
Eva Perón |
En los años 30, con la población reducida a la desocupación y al hambre, los militares tomaron el poder por primera vez. Después de un breve experimento corporativo fascista, establecieron un régimen de derecha conservadora, destinado a contener las aspiraciones de los trabajadores y de las clases medias democráticas, y a reorientar las inversiones hacia la industria y el mercado interno, para reaccionar a la caída de las exportaciones. El ciclo culminó en los años 40, con la formación del "justicialismo" del general Juan Domingo Perón. Este movimiento reivindicó la herencia de la ideología nacionalista, industrialista y autoritaria de los militares, y al mismo tiempo de las aspiraciones democráticas, de participación y de justicia social de las masas. Parecía la cuadratura del círculo, pero Perón, utilizando las reservas acumuladas por las exportaciones de tiempos de guerra, consiguió mantenerla durante casi una década. |
Buenos Aires, Café |
En los años 50 volvió a reabrirse la crisis
económica. Argentina no había conseguido reinsertarse
en el mundo de la postguerra. La industria autárquica
era solo una solución de emergencia, que no podía
subsistir en el nuevo mercado mundial diseñado en
Bretton Wood. La economía, durante las dos décadas
sucesivas, cayó en una espiral inflacionaria permanente,
mientras que la productividad y el rédito del país
quedaban más y más atrás del nivel de los países
avanzados. El PBI por habitante descendió en términos
relativos del tercero al 11º y al 40º puesto en el
mundo, sobrepasado primero por todos los países
europeos, y después por otros asiáticos y
latinoamericanos. A esta derrota económica correspondió
una fuerte inestabilidad política, en la cual las
Fuerzas Armadas, entre planteos y golpes, tomaban una a
una todas las palancas del poder real. Los militares establecieron formalmente su proprio régimen en 1966. El "onganiato" sin embargo duró poco: arrollados por una marea de luchas populares (entre las cuales un inolvidable 68/69 estudiantil y obrero) los militares tuvieron que ceder el poder, en 1973, al gobierno peronista democráticamente elegido. Este gobierno (presidido por Cámpora, Perón y Estela Martínez de Perón sucesivamente) no estuvo a la altura de las esperanzas, quizás excesivas, de sus votantes de izquierda y de derecha, y se derrumbó en una profunda crisis económica, política y moral, ensangrentada por los asesinatos de los escuadrones de la muerte (las tres A) organizados desde el gobierno, y por las acciones irresponsables del terrorismo de izquierda. |
Junta Militar |
En 1976 los militares derrocaron con facilidad el gobierno civil, y establecieron la dictadura que debía "resolver" finalmente los problemas argentinos. La fría criminalidad de la "solución" militar sobrecoge todavía las consciencias del mundo. Fueron secuestrados, torturados y asesinados decenas de miles de jóvenes, de intelectuales, de activistas sindicales, políticos y sociales, en un inútil intento de eliminar la conflictualidad social. Las Fuerzas Armadas se abandonaron a actos de sadismo y de barbarie inauditos, que produjeron sobre todo el descrédito final de una institución que había terminado adhiriendo tentacularmente a todos los resortes de poder, hasta sofocar la sociedad civil. |
playa de Mar del Plata
Raúl Alfonsín |
En el terreno económico los militares ensayaron el
primer experimento neoliberal (Martínez de Hoz) centrado
en el potenciamiento de la agricultura, el
desmantelamiento de la industria subsidiada y del Estado
Social. Un intento poco coherente, si se considera que
los gestores y beneficiarios del sistema autárquico eran
principalmente los militares y los burócratas a ellos
asociados. El experimento por lo tanto se detuvo en la
puerta de las grandes empresas de propiedad del Estado o
directamente de las Fuerzas Armadas, ineficientes,
corrompidas y subvencionadas. Fue contenida la inflación
y restaurado el mercado de capitales por un par de años
(los llamados años de la "plata dulce", que
dieron al gobierno militar un consenso silencioso de
parte de la clase media) al precio de un endeudamiento
monstruoso, de la centralidad de la especulación
financiera, la bancarrota del Estado y el retorno final
de la hiperinflación.
La guerra de las Malvinas, desastrosa realización de las temáticas nacionales preferidas por las Fuerzas Armadas, cerró este ciclo. En 1983 se realizaron elecciones libres, y los radicales llevaron a la presidencia a Raúl Alfonsín, un abogado de ascendencia gallega. El nuevo gobierno restableció plenamente las libertades democráticas y las garantías constitucionales, trató (consiguiéndolo solo en parte) de juzgar y condenar a los militares culpables de masacres y torturas. Y fracasó completamente en el terreno económico, sin conseguir parar la ruinosa caída del pais. En 1989, en una situación de crisis abierta, en la que se sucedían huelgas generales, asaltos a los supermercados y rebeliones militares, ganó las elecciones la oposición peronista, que llevó al gobierno a Carlos Saúl Menem, abogado de origen sirio. |
Carlos Saúl Menem |
Se puede condenar la corrupción, el cinismo mediático y la insensibilidad social del gobierno peronista de Menem, y se debe sin embargo aceptar que triunfó donde la violencia dictatorial y el legalismo radical habían fracasado. El éxito substancial de su plan neoliberal (dirigido por su ministro Cavallo) ha cerrado una época de la historia argentina y abierto una nueva. Fué desmantelado el Estado del Bienestar, arruinando millones de jubilados, generando una fuerte desocupación y eliminando una buena parte de las conquistas del movimiento obrero, pero a la vez fueron eliminadas las empresas estatales que controlaban la economía, verdadero baluarte del poder burocrático-militar. |
Interior de Estancia en la zona pampeana |
La
estabilidad monetaria detuvo la financiarización de la
economía (el peso argentino se cotiza hasta el presente
a la par del dólar, y las reservas corresponden
estrictamente a la emisión; los precios son
substancialmente estables). En el terreno internacional Argentina, mientras continuaba atrayendo capitales europeos, sobre todo en el privatizado sector de las empresas de servicios públicos, renunció a su "amor no correspondido" por Europa, y apuntó decididamente hacia el área de Estados Unidos -nuevo centro financiero, y también educativo y cultural para los argentinos- y hacia Brasil, que venía transformándose en el principal partner comercial, situación formalizada por el Mercosur. Las dos presidencias de Menem fueron un período de notable crecimiento económico para el pais, que recuperó posiciones, en términos absolutos y relativos, en la economía mundial. Como a principios de siglo, la punta de diamante de esa recuperación fue una economia rural altamente eficiente y competitiva, con un entorno de servicios urbanos maduros. Como a principios de siglo, este crecimiento benefició sobre todo una elite de ricos y potentes, relacionada con el Estado a través del mecanismo de la corrupción, reabriendo las heridas de la polarización y de la injusticia social. |
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Sociedad |
Córdoba, campanario
"Diligencia",
carruaje en viaje en
Argentino de origen guaraní
Bariloche, una de las ciudades
Buenos Aires: procesión de
Buenos Aires, obelisco
Emigrantes italianos hacia Argentina, años 50
Buenos Aires, paseo de la Costanera
Buenos Aires, avenida de Mayo, café Tortoni
"Estancia" argentina
Niños vendedores de diarios
Establecimiento industrial
Nuevos inmigrantes latinoamericanos
Nuevos inmigrantes latinoamericanos |
La Argentina de fines del siglo XVIII era
un estrecho sendero de 2.000 kilómetros, desde la minas
de plata del Alto Perú (actual Bolivia) hasta el puerto
de Buenos Aires. La parte norte del sendero estaba
poblada por 300 mil indoamericanos quechuas, reducidos a
la servidumbre por una pequeña aristocracia española,
que producían alimentos, mulas y tejidos para las minas.
El sentido económico del sendero era el transporte de
mano de obra esclava adquirida en Angola y en Brasil por
la burguesía de Buenos Aires, y cambiada en las minas
por cargamentos de plata que servían a Buenos Aires para
comprar más esclavos y pagar el contrabando inglés y
francés. En Buenos Aires, y en algunas "estaciones
de tránsito" (Córdoba, Tucumán) crecía una
minoría afroamericana, sea en los "asientos"
de la trata que en los servicios personales y en las
artesanías. El extremo sud del sendero atravesaba las
desoladas pampas, habitadas por 150 mil personas, de
origen europeo y africano. Dos tercios de éstas vivían
en la ciudad; el resto eran los salvajes habitantes de la
"frontera", los gauchos, una internacional de
soldados y marineros desertores, esclavos fugitivos,
mestizos de europeo, indoamericano y africano. Los indios nómades recorrían las vacías llanuras desde sus bases en el sur de Chile. Eran un desarrollo social "moderno", un producto también ellos de la colonización europea: óptimos caballeros, habían transformado su organización tribal originaria en una flexible estructura nómade-militar, comparable a la de los primeros tártaros. A la derecha del "sendero" estaba el desierto Chaco y más allá las Misiones jesuíticas, habitadas por campesinos indoamericanos de etnía guaraní. Hacia la izquierda un "sendero" menor llevaba de Buenos Aires a Chile, pasando por los valles irrigados de Cuyo y atravesando la formidable cordillera. De este sendero hacia abajo se extendía el millar de kilómetros de llanuras desiertas y de estepa patagónica, en el que subsistían minúsculos grupos de indoamericanos. La inmigración empezó en los primeros años del siglo XIX, con el aflujo de genoveses y de irlandeses. Los primeros se asentaron en Buenos Aires, como comerciantes, constructores navales, marinos y artesanos; los segundos, en el norte de la provincia de Buenos Aires, iniciaron la cría de ovejas y la producción de lana. La corriente migratoria se intensificó en la primera mitad del siglo, a pesar de las guerras civiles. Recién en la segunda mitad del siglo comenzó sin embargo la inmigración sistemática, promovida por los gobiernos locales y organizada por empresas de colonización. Los primeros inmigrantes piamonteses, suizos y lombardos tuvieron frecuentemente que defender armas en mano sus poblaciones, amenazadas por las incursiones de los indios pampas. Hacia 1870 se habían desarrollado dos centros demográficos independientes: el del noroeste, de perfil social "latinoamericano", y el de la frontera de las llanuras, profundamente modificado por la inmigración de irlandeses, vascos, genoveses, galeses, ingleses, piamonteses, lombardos y suizos (ver las hermosas páginas que el escritor angloargentino William Hudson dedica a esta sociedad naciente en "Far away and Long ago"). Había 1,7 millones de habitantes, de los cuales un millón en el primer centro (en su mayor parte campesinos indoamericanos) y el resto en el segundo. En las pampas había cuatro centros urbanos: Buenos Aires (187 mil habitantes), Rosario (23 mil), Córdoba (29 mil) y Santa Fe (11 mil), con un coeficiente de urbanización del 60%. Los extranjeros eran 210 mil. Entre esa fecha y 1914 quedaron en Argentina (saldo entre entradas y salidas) 3 millones de inmigrantes europeos, 60% de los cuales italianos, el resto españoles, franceses, alemanes, ingleses, suizos, franceses y eslavos. En 1914 los ciudadanos extranjeros eran un 30% de la población total de 7,9 millones. Las proporciones entre los dos grandes centros demográficos se habían invertido: 5 millones (dos tercios del total) se concentraban en el área pampeana. Era esta última una sociedad prevalentemente urbana, a pesar del origen rural de su riqueza; la sola Buenos Aires tenía 2 millones de habitantes, mientras que Rosario y Córdoba alcanzaban el medio millón. La agricultura era de tipo moderno extensivo, por lo que requería relativamente poca mano de obra. Las figuras sociales principales del agro eran el "estanciero" (propietario de grandes establecimientos dedicados a la cría de vacunos y de ovinos, en el caso de los mayores sustituído por sociedades anónimas) y sus peones (trabajadores asalariados); el "colono", o sea el inmigrante que compraba su tierra a crédito, generalmente a compañías de colonización vinculadas con los ferrocarriles, los arrendatarios y "medieros", inmigrantes más pobres, que alquilaban sus tierras a los estancieros en condiciones de subordinación. Las cosechas requerían grandes masas de trabajadores estacionales, que provenían de los suburbios de las ciudades, del noroeste pobre y de Italia (las "golondrinas", trabajadores facilitados por las empresas de navegación para hacer las cosechas y volver, en general a Calabria y Véneto). En la ciudad la antigua clase baja de artesanos y servidores negros había sido literalmente sumergida por la oleada inmigratoria. Predominaba un proletariado multinacional y rebelde, organizado por anarquistas y socialistas, y una clase media en la cual ascendían, en agudo conflicto con las familias tradicionales, los nuevos llegados. La clase alta seguía siendo una reducida aristocracia burguesa de financieros, estancieros e industriales, vencedores de las guerras civiles del siglo XIX y enriquecidos beneficiarios del "negocio" de la Argentina moderna. El término "oligarquía" expresa bien sea su exclusivismo aristocrático (cuyos blasones no se perdían por cierto en la noche de los tiempos) que su estrecha relación con el Estado, considerado cosa propia. No se crea sin embargo que se trataba de una clase social arcaica: por su organización, su cultura y su dinamismo se comportaba como una moderna burguesía. El ascenso de la clase media de inmigrantes comienza en los años 10 y 20, con los movimientos de protesta sociales y políticos, y se afianza en los años 30 y 40, con las industrialización autárquica. Era un ascenso "a camadas", en el que quienes adquirían respetabilidad social dejaban un hueco en los puestos más bajos de la escala social, que era inmediatamente ocupado por nuevas oleadas de inmigrados. Por esa puerta estrecha pasaron eslavos, judíos esquenazi, españoles, sirios, libaneses, japoneses, alemanes. Había sin embargo canales privilegiados, constituídos generalmente por las comunidades ya establecidas respecto de los propios connacionales: ingleses, alemanes, judíos, japoneses y otras comunidades menores, fueron particularmente eficientes en esta labor. La industrialización sustitutiva de los años 30 y 40 creó una fuerte demanda de mano de obra; se volvió insuficiente una corriente migratoria que la política de los Estados europeos había reducido. La demanda produjo el "vaciamiento" final del noroeste campesino (la participación de la región en la población total bajó al 12% en 1947) y el inicio de una nueva corriente migratoria latinoamericana (Uruguay, Paraguay, Bolivia, Chile y Perú). Quiere la leyenda que esta parcial transformación demográfica de los estratos más pobres de la población urbana haya posibilitado el acceso de Perón al gobierno, los "cabecitas negras" contra los "apátridas". En la realidad había descendientes de europeos e indoamericanos sea a favor que contra Perón. En los años 50 -en parte gracias a la política social del gobierno- se completó la fusión entre la nueva y la vieja clase media, incluyendo una parte de la clase obrera industrial. Se formó entonces el horizonte social (barrios y casas similares, hijos con títulos universitarios, iguales lugares de vacaciones, iguales gustos, prejuicios y lecturas) que hace a tantos observadores definir Argentina como un "país de clase media". En realidad había nacido un "tipo medio" de argentino, lo que en otros países se entiende por identidad nacional. En 1970 Buenos Aires alcanzó los 8,3 millones de habitantes, estabilizándose luego poco por arriba de los 9 millones. Rosario y Córdoba se estabilizaron un poco por arriba del millón, medio millón La Plata y Mendoza. Las otras ciudades oscilan entre 100 y 400 mil habitantes. La población definida como "rural" (centros de menos de 2 mil habitantes) sigue bajando lentamente, desde el 12% de entonces. El país presentaba un perfil social "moderno", con un 11% de la población activa ocupada en agricultura, un 35% en la industria y un 54% en los servicios. Se registraba una fuerte integración de los distintos aportes inmigratorios, sin ghettos ni exclusiones llamativas; abundaban los matrimonios "inter-étnicos", y a pesar de las intrusiones autoritarias del nacionalismo españolizante del período precedente, la cultura popular tendía a fusionar elementos de todas las nacionalidades de origen, en una expresión original de la que son ejemplos e instrumentos el tango y el castellano de los argentinos. |
La Argentina de Quino |
Esta Argentina de los años 60 era la Argentina de "Mafalda" de Quino, de la inmigración madura y de un módico bienestar que, por la fallida inserción del país en el mundo de la posguerra adquiría una pátina de "socialismo real". No solo por la omnipresencia del Estado, del cual dependía directa o indirectamente un argentino sobre tres, por los servicios sociales, ineficientes pero difusos, o por el hábito de una desocupación virtualmente inexistente, sino también por la creciente distancia de la cualidad de los consumos respecto de los países avanzados. |
Biblioteca Nacional |
Había pocos y viejos automóviles, entre
los que circulaban los primeros de industria nacional, y
las autopistas eran paisajes vistos solamente en el cine,
pero en cambio subsistía una enorme, deficitaria e
insostenible red ferroviaria; había pocos y caros
electrodomésticos, pero la población contaba con un
sistema escolar difuso y accesible (95,5% de la
población era alfabeta, el coeficiente de lectura de
libros y periódicos superaba ampliamente los niveles del
sur de europa, las universidades producían generaciones
de científicos y profesionales que poco tiempo después
habrían alimentado el exilio y la emigración; no había
supermercados, pero el sistema sanitario fue emulado en
América Latina solo, años después, por la Cuba
castrista; los salarios eran bajos, pero la desocupación
también era baja, y los precios de los alimentos
bajísimos. Las grietas que amenazaban este paraíso de la mediocritas eran visibles: fiebres galopantes de hiperinflación que destruían ahorros y empresas; déficit creciente y endeudamiento; incapacidad de asimilar los nuevos inmigrantes, que quedaban en las periferias de las ciudades en precarios campamentos (las "villas miseria"); deterioro creciente de las infraestructuras. |
Estadio del club deportivo River Plate
Buenos Aires, Paseo Colón |
Las crisis y los remedios neoliberales
destruyeron aquel mundo a golpes de clava. Era una
sociedad sin salida, empantanada en su propia
ineficiencia, condenada por la historia. Y sin embargo
tenía aspectos rescatables. La nueva sociedad argentina
de los años 90 es más "americana" y
capitalista. Fueron desmantelados el Estado Benefactor,
el sistema educativo, la red ferroviaria, la industria
pública deficitaria y la pequeña industria autárquica;
fueron sustituídos los centenares de miles de pequeños
comerciantes por las cadenas de rutilantes centros
comerciales, la sanidad pública y gratuita por la
medicina privada. Sería un error pintar una Argentina en negro, como lo es la pintura en rosa de la imagen mediática oficial. El pais de hoy es multicolor, como esa periferia de Buenos Aires en la que se alternan envejecidos barrios tradicionales, nuevos centros comerciales y discotecas, villas miserias y "countries" de césped impecable, en los que viven los nuevos ricos protegidos por ejércitos de vigilantes privados. Es un país más injusto, con una desocupación de niveles españoles que vuelve impunemente chantajeables obreros y empleados, una sociedad más agresiva y violenta, más egoísta y angustiada. Nada que llame la atención en el mundo de hoy, en resumen. Conviene considerar que la mayor parte de la clase media ha resistido al impacto, mostrando una gran flexibilidad para insertarse en los nuevos servicios, y que el empobrecimiento y la parcial desaparición de la vieja clase obrera no impide la susbsistencia de una fuerte demanda de mano de obra, que atrae cada año centenares de miles de nuevos inmigrantes bolivianos y peruanos. El dualismo entre la sociedad de los pobres y la sociedad de los ricos estaba ya presente en la vieja Argentina, aunque mitigado y endulzado por la intervención del Estado. |
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